El Vaticano procedió este viernes a realizar la ceremonia del cierre y sellado del féretro del papa Francisco, luego de que más de 250.000 fieles de todo el mundo acudieron a la Basílica de San Pedro para darle el último adiós.
En su descanso final, el argentino lleva puesto dos elementos distintivos: el anillo de plata que siempre usó, desde la época en que estaba en Buenos Aires, y un rosario de cuentas negras. En el cajón de Francisco se colocó una “bolsa de monedas” acuñadas durante el pontificado. A su vez, también medallas de plata y bronce que simbolizan los años de servicio.
Durante la ceremonia de cierre del féretro, el Vaticano difundió uno de los gestos más emotivos de los rituales funerarios papales: el contenido del “rogito”, el documento que resume la vida y el pontificado de Jorge Mario Bergoglio.
Este texto solemne, escrito en latín, fue colocado dentro de un tubo metálico e introducido en el ataúd del Papa argentino, en un acto presidido por el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell. Como marca la tradición, el “rogito” acompaña el descanso eterno del pontífice, preservando para la historia los momentos más significativos de su vida.
El documento destaca el perfil humano de Francisco, recordándolo como un “pastor sencillo y muy querido en su arquidiócesis”, que no abandonó jamás su estilo de vida austero. “Viajaba por todas partes, incluso en metro y autobús. Vivía en un apartamento y se preparaba la cena, porque se sentía uno más del pueblo”, relata el escrito, trazando una imagen que marcó su identidad desde Buenos Aires hasta el Vaticano.
La cercanía con los más pobres y marginados también ocupa un lugar central en el “rogito”. Se recuerda cómo, tras su elección en 2013, Francisco eligió vivir en la Domus Sanctae Marthae y no en el Palacio Apostólico, para mantener el contacto directo con la gente. Además, menciona su gesto de celebrar cada Misa del Jueves Santo en cárceles, centros para discapacitados o comunidades vulnerables, en vez de hacerlo dentro del Vaticano.
En cuanto al escenario global, el “rogito” señala que los últimos años de su pontificado estuvieron marcados por su lucha incansable por la paz mundial. “Los últimos años de su pontificado han estado marcados por numerosos llamamientos en favor de la paz, contra la Tercera Guerra Mundial en pedazos en diversos países, especialmente en Ucrania, así como en Palestina, Israel, Líbano y Myanmar”, subraya el documento.
Finalmente, el escrito cierra con una afirmación que resume el sentir de millones de fieles: “Francisco fue el 266º Papa. Su recuerdo permanece en el corazón de la Iglesia y de toda la humanidad”.
Con el “rogito” sellado en su ataúd, el legado de Francisco queda grabado no solo en la memoria de los católicos, sino también en un documento que atravesará generaciones.