Un década sin el mito indomable. Sin su omnipresencia mediática, su carisma atrevido, su capilatis multicolor y su incorruptible acento cordobés. Es que mañana 24 de junio se cumplen 10 años de la fatídica muerte de Rodrigo Bueno, el cuartetero que supo infringir los moldes sociales de su género, seducir a las masas fashonistas y agotarse trágicamente a los 27 años en un asfalto de ruta. Su sangrienta y dudosa colisión de 2000 -ver aparte-, conmocionó a un país, sorprendió a sus detractores y lo estatizó en forma inmediata como leyenda. Si bien la secuela post-mortem presume comercio, este aniversario revive sus apoteósicos Luna Park, una agitada vida personal -casi un big show-, su enfrentamiento con "La Mona" Giménez solapado en admiración, una excéntrica madre como Betty Olave y su permanencia televisiva full time (el Fort de otrora). También a sus romances con Marixa Balli y Graciela Alfano, entre otras; a su hermano Ulises -el fallido sucesor- y a su único hijo Ramiro -el de la herencia tortuosa-. Pero más allá del cielo y del infierno, miles de seguidores los recuerdan online -en Facebook y Twitter preparan tributos y en You Tube, sus videos son de culto- y su amigo La Tota Santillán logró que la Cámara de Diputados lo distinga post mortem este jueves, el día que nació su perpetuidad.
