¿Quién que se precie de bolichero, o que al menos haya despuntado el vicio en sus años mozos, no fue parte de las noches de Pokatoc? ¿A quién no le explotó la adrenalina con la famosa sirena -sinónimo de ‘pachanga’, como definen- que invitaba a zambullirse en las luces multicolores ardiendo en la pista? ¿Quién no se hizo el langa apoyado en la barra, con su ‘destornillador’ o su ‘séptimo regimiento’ en mano? ¿Y qué chica no probó un ‘primavera’ antes o después de clavar los codos en el pecho de algún muchacho dispuesto a aprovechar la tanda de lentos? ¿Quién no se bailó todo con los hits del momento, desde Abba y Bee Gees hasta Kool & The Gang y Village People? ¿Y quién no dice ‘¡Uhhh!’ al rememorar los vaporosos reservados? Todos esos recuerdos y esas sonrisas nostálgicas y picaronas también son parte de la historia de Pokatoc, el clásico de la movida nocturna sanjuanina que el domingo próximo cumplirá 40 años. Cuatro décadas que celebra hoy (ver aparte) y con motivos: es el único boliche de la provincia que perteneció siempre a los mismos dueños, que no cambió de nombre y que abrió todos los fines de semana.

Los antecedentes de Pokatoc -que en lengua aborigen significa ‘ritual nocturno’- se remontan algunos años más atrás, cuando el empresario Rodríguez Gallo saltó al rubro con otros bailables que muchos recordarán: Casablanca, en 1968, y su apéndice Mau, el primer boliche de verano en San Juan; y Aloha en los 70; todos en locales alquilados. Con la necesidad de tener su lugar propio, adquirió un terreno en Marquesado y ahí construyó su ‘boite’, con capacidad para 250 personas: Pokatoc se inauguró el 10 de julio de 1976, y ya sonaba la sirena, que ‘levantaba’ ciertos momentos de la noche. Sirena que -aún vigente- era de un camión de bomberos fuera de servicio desde 1972, comprada en una chacarita.

Por aquellos años la vida nocturna era completamente distinta. ‘Se abría de miércoles a sábado. La gente salía sobre las 21 y era recibida por mozos que acompañaban hasta los sillones para tomar el pedido. Los tragos se entregaban acompañados por platos con galletas. No existía el hielo fabricado, así que se compraban las barras en el Frigorífico San Juan, que eran reducidas con martillo o picahielo. En cuanto a la música, los vinilos se compraban en las pocas disquerías que había: Scala Música y Elior. Eran años más sencillos que no requerían tanto marketing y la tecnología avanzaba lentamente. Los éxitos musicales de Europa llegaban meses después’, comentó a DIARIO DE CUYO Diego Rodríguez, quien en los ’80 se sumó a su padre en el manejo del boliche.

Con el tiempo, y por el aumento de la concurrencia, Pokatoc -cuyo logo fue diseñado por Rufino Palomas- se fue ampliando hasta llegar al tamaño actual, con capacidad para casi mil personas. No fueron los únicos cambios que afrontó para adaptarse a los tiempos.

‘A mediados de los ’80 el ingreso de gente ya era más tarde, pero igualmente a la 1 AM ya estaba casi lleno. Fue una de las mejores épocas en lo que a música se refiere. Se ponían lentos, luego los movidos internacionales como Spagna, Michael Jackson, Europe, Rick Astley, Pet Shop Boys; y lentos nuevamente. Pero nadie se iba hasta la tanda más esperada, la de rock nacional: Zas, GIT, Soda Stereo, Enanitos Verdes, Virus, Fabulosos Cadillacs… Fue una de las épocas de mayor esplendor de Pokatoc’, rememora Diego, antes de mencionar la tragedia de noviembre del ’87, cuando un voraz incendio (de causa aún desconocida, cuentan, porque la electricidad se anulaba en la semana) redujo todo a cenizas… menos las ganas. Pokatoc volvió a levantarse, con modificaciones pero sin perder su impronta.

‘En los ’90 ya dejó de abrir los días de semana, el CD reemplazó al vinilo, se baila House y Eurodance y la gente acepta el cuarteto para divertirse. Surgen las primeras fiestas temáticas que requieren un poco más de marketing. Y la tecnología y potencia de luces demanda que se haga una de las mayores remodelaciones en el sector de pista: elevar el techo 4 metros y eliminar las tres columnas que lo sostenían. Y ya en los 2000 apareció el mp3 que redujo notablemente el trabajo del DJ’, resumió Rodríguez la historia del boliche, cuya permanencia tiene claves: inversión en sonido e iluminación, las remodelaciones sin perder los rasgos de las discos ‘de antes’ (como los reservados y algunos artefactos de iluminación) y la metodología de trabajo: el ingreso en parejas. Cuarenta años, varias generaciones, miles de recuerdos… y que siga la fiesta.