En la Argentina se conoce como mate, porongo o calabaza y su nombre botánico es Lagenaria siceraria de la familia de las Curcurbitáceas. Los mates son enredaderas anuales, de crecimiento estival. Requieren de espalderas para que su fruto pueda desarrollarse correctamente sin humedad en el suelo. Algunos frutos cilíndricos alcanzan más de 3,5m. de longitud, mientras que otros son esféricos, aplastados. Posee flores de corola blanca que se abren al atardecer y duran un día y medio, su aroma almizclado atrae a murciélagos y lepidópteros nocturnos. La distancia de plantación puede ser de 3m. entre surcos dispuestos de norte a sur para que tengan buena insolación durante la mañana y a la tarde. La separación entre planta y planta debe ser de 1,5 a 2m. la siembra se realiza una vez que terminaron las heladas, con tres semillas por hoyo, raleando después para dejar la mejor planta. Se puede cultivar en todas las provincias argentinas. Una de las enfermedades más comunes es el oídio en hojas y tallos. En frutos inmaduros aparece la antracnosis. Ambas enfermedades fúngicas se combaten con azufre micronizado o fungicidas sistémicos. Es una planta cultivada en diversos continentes antes del advenimiento de la agricultura, debido a que muchos pueblos primitivos usaron semillas como alimento altamente energético, ya que contiene 42% de grasas. También lo utilizaron como contenedor de agua y como materia prima de artesanías. Su dispersión en épocas prehistóricas fue posible porque sus frutos pueden flotar más de 340 días en agua de mar, lo que permitió su arrastre. En condiciones de baja humedad las semillas permanecen visibles por un mínimo de 6 años. A pesar de su origen africano, los hallazgos arqueológicos más antiguos son de América del Sur. Así guarda una historia enriquecedora para los amantes de las culturas, una bebida nacional argentina, llena de lenguajes, ritos y refranes.

Su historia

Celebrar pava en mano y acompañado por unas ricas sopaipillas un 25 de Mayo, es una tradición. Casi todos los Argentinos estamos acompañados por el mate, pero pocas veces advertimos de dónde viene esta costumbre. El origen del uso de la yerba mate, alimento básico de los indios guaraníes y conocida por éstos como Caa-Mate, de cuyos términos "caá” significa en idioma guaraní "planta o hierba”, en tanto que "mate”, se supone derivado de la palabra quichua "matí”, con la cual designaban a la calabacilla que usaban en general para beber, se pierde en lo remoto del tiempo. Pero es indudable, que de ellos, quienes sorbían el mate mediante bombillas hechas de diminutas cañas, o la mascaban durante sus largas marchas, aprendieron su uso los conquistadores españoles. Atribuye Ruiz Díaz de Guzmán, en su historia escrita en el año 1612 a Hernando Arias de Saavedra, el descubrimiento del uso de las hojas de yerba mate, en 1592. Este habría encontrado en las "guayacas” (Pequeños sacos de cuero en el que el indio transportaba sus más preciados bienes) de indios hostiles tomados prisioneros, envueltos en delgadas y suaves pieles, un polvo que resultó ser "caá”. Las virtudes que se le atribuyen, y a los que se refieren numerosos relatos de aquellos tiempos, hicieron que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico regular del producto, desde su zona de origen a todo el virreinato. Más tarde, los jesuitas radicados en el Paraguay a comienzos del siglo XVII, introdujeron el cultivo en algunas de sus reducciones o misiones distribuidas en la región que constituyen la provincia de Misiones, parte de Corrientes y parte del Paraguay. Con la expulsión de los jesuitas, ocurrida en 1769 sobrevino la decadencia de los mismos, la reducción de su población y el abandono de los yerbales cultivados por los mismos. No tan sólo se perdieron éstos, sino que hasta la tradición de su cultivo. Medio siglo después, el célebre médico y naturalista francés Aimé Goujaud, conocido como Bonpland, inició los primeros estudios científicos sobre la planta de yerba mate, su cultivo y sus usos. Con el mismo propósito visitó en 1820 ó 1821 el Paraguay donde solicitó permiso para recorrer algunos yerbales, pero, ante el temor que sus estudios pusieran en peligro al monopolio que sobre la yerba mate ejercía el Paraguay, fue tomado prisionero y confinado al interior del país, de donde recién fue liberado en 1829 ante gestiones de Alejandro Humboldt y del gobierno francés. Fue Federico Neumann en la Colonia "Nueva Germania" en el Paraguay, al margen del río Aguaray Guazú, quien luego de muchos años de fracasados intentos logró obtener la germinación de semillas de yerba mate en 1896, obteniendo por primera vez en 1901, después del esplendor de la época jesuítica, un producto elaborado con yerba mate de cultivo.