El "Ángel Gris" de la radio argentina vuelve a San Juan para compartir "La Venganza será Terrible" en el marco de la Feria de la Cultura Popular y el libro de Rawson (ver pág. 19). Junto a Patricio Barton y Pablo Fabregas. Previamente a la transmisión en vivo de su programa desde el SUM de la Escuela Superior Nº1 de Rawson, Alejandro Dolina fue entrevistado por DIARIO DE CUYO y reflexionó sobre el "Bicentenario de la Independencia", lema de la feria.
– Ahora regresa con el flamante título de Honoris Causa…
– Bueno (risas) trataré de honrarlo esta vez. Iré con mucho entusiasmo, nuestra primera presentación en San Juan fue muy venturosa, alegre y dichosa para nosotros. Hubo una hermandad en el pensamiento. Ese título que me han conferido estuvo revestido con un gran sentido amistoso.
– ¿Siente nostalgia por aquellas cosas identitarias que referencian al concepto de la educación pública?
– Lo extraño mucho. Añoro esas épocas en donde uno comenzaba en la primaria pública y terminaba en la universidad pública. Es más difícil lograr eso hoy.
– ¿Qué pasó en el medio?
– Resulta que a nivel cultural, el neoliberalismo degradó. Todos los servicios del Estado pasaron a manos privadas y más que nunca, hoy, a la educación se la piensa como negocio. El espíritu de la educación pública apela a la igualdad de oportunidades para todos, democrático, destinado a la inclusión. Pero el espíritu de lo privado quiere que aquellos que tengan más dinero sean los que mejor se eduquen porque tienen la mejor condición para pagar. Pienso que la educación es un derecho, evidentemente lo ideal es que el Estado se ocupe de todo, pero lamentablemente no es así.
– La consigna de la feria es el Bicentenario de la Independencia: ¿Cuál sería la "Argentina del futuro" pensando en estos 200 años?
– Buena parte de esa pregunta será respondida en los próximos días por el pueblo argentino que resolverá qué tipo de país le conviene elegir. Yo quiero una Argentina con un Estado inclusivo, que participe en los fenómenos sociales y económicos. Quiero un Estado que defienda a los más vulnerables. La razón histórica del nacimiento del Estado es, justamente, que aquellos con poder y fortaleza para poder conseguir el sustento puedan renunciar a buena parte de ello para que el sector más débil de la sociedad sea beneficiada. Los niños, los abuelos, los enfermos que no podían cazar, eran alimentados por la parte del botín de caza realizado por los miembros más fuertes de la tribu.
– Desde lo cultural, ¿cómo se propone este cambio en el pensamiento?
– Según parece, el Bicentenario plantea un fuerte sesgo cultural. El farol que alumbre los festejos será el de la misma cultura. Ciertamente, si hay naciones como la nuestra que aspiran a que crezca la ciudadanía y dotarla de un número mayor de derechos, entenderemos que los propios bienes culturales también son un derecho para cuyo ejercicio hay que preparar a la población. No basta con poner un teatro de ópera en la esquina, sino de educar al pueblo para que esté en condiciones de disfrutar de aquellos bienes más complejos. Eso va de la mano del derecho a educarnos y también de una gestión que fomente a los científicos, a los artistas, a los filósofos y, además, de capacitar a aquellos consumidores de esos bienes culturales. La tercera pata sería que todo esto esté hermanado con una política cultural de Estado que favorezca a los pensadores y a los artistas, y que forme a las personas interesadas en consumir ese pensamiento, ese arte y esa filosofía.
– En medio de todo esto, ¿cuál es el lugar que tiene "La Venganza será Terrible"? ¿Adónde y cómo llega su acción?
– El rol nuestro es ser lo más inteligente que podamos ser. Le preguntaron a Antonio Roma, el arquero de Boca, "¿qué podrías hacer de necesario para el país?" Entonces él contestó: "Atajar todos los días mejor". De eso se trata. Con recursos limitados, ponemos toda de nuestra energía en la búsqueda de la excelencia y estar alejados de las recetas fáciles. Es decir, seguir leyendo, seguir experimentando, seguir creciendo para ofrecer a la gente un programa cada vez mejor.
