San Juan, 3 de noviembre.- Sanjuanina de nacimiento, italiana por adopción, Clorinda Lobos emigró de la provincia hace 29 años, acompañando a su marido en lo que ella misma define como una “aventura”. “Nos resultó un poco menos pesado que a otros compatriotas, ya que mi esposo llegó con trabajo y con un departamento ya alquilado”, dijo a DIARIO DE CUYO, el medio que la mantiene unida a San Juan desde el día en que se fue.
“Psíquica y emotivamente fue durísimo dejar San Juan. Dejar mi familia, mi madre que era viuda, mi hermano que 15 días antes había perdido un hijo en un accidente, mis pertenencias que tanto me costó conseguir”, recordó nostálgica.

Clorinda no olvida detalle del momento en que arribó a Italia. “Llegamos un domingo y al día siguiente mi marido ya se había ido a trabajar; recuerdo que cuando me desperté encontré un billete que decía andá a comprar lo necesario para comer, nos vemos esta noche (su trabajo era a 40km de Lodi). No sabía por dónde empezar, mi hijo más pequeño tenía 1 año y medio y mi hija 6. Nos vestimos y fuimos a conquistar el nuevo barrio, con señas, con el dedo, así compramos pan, verdura, fruta y carne (en esos tiempo éramos de los primeros extranjeros en llegar a Italia)”, relata, rememorando una época difícil pero que marcaría a fuego su vida.
“Los vecinos comenzaron a expresar cierto afecto por mi familia. Me hacían sonar el timbre y me explicaban sus usanzas, me llevaban dulces o me invitaban a dar una vuelta al mercado de Lodi. De esta manera comencé a integrarme en esta sociedad”, señala.

Las cuestiones climáticas también fueron un condimento diferente al que debió acostumbrarse. “Me encontré con un clima muy húmedo, con fuertes neblinas, con poca visibilidad. No me daban ganas de salir. En las navidades nos íbamos temprano a la cama y porque debíamos edificar, crear algo acá. Además, los trámites para pedir el permiso de residencia se prolongaron por algunos años hasta que finalmente se nos dio la ciudadanía”. Clorinda recuerda que llamaron a su marido para ir a jurar en el municipio. “Fuimos todos, juró adelante del intendente; luego le dijeron: ´desde hoy, usted y sus hijos son ciudadanos italianos´ a lo que pregunté, y yo?: ´Usted señora debe hacer todos los trámites aparte´, comenta con amargura. “Se me escaparon algunas lágrimas, me sentí poca cosa como esposa, como mujer”.

Sin embargo, después llegaron tiempos mejores para ella y su familia. “Han pasado tantos años que podría escribir un libro de todo lo positivo y todo lo negativo que este país nos ha ofrecido”.
Esta sanjuanina trabaja actualmente 4 horas al día y es abuela de tres nietos, dos (mellizos). “Se continúa la lucha, se vive una vida frenética, hay poco trabajo para la juventud, casi todos son precarios y con escasas esperanzas de planta permanente. Como todas las cosas de la vida, se producen momentos de satisfacciones y otros de gran desilusión”, expresa y si bien lleva una buena vida asegura que si en otra vida le surgiera nuevamente la posibilidad de emigrar, no sabe si aceptaría. “He perdido muchas cosas que no encontraré nunca más. De San Juan extraño los asados, la tranquilidad en el movimiento de las personas, el sol, la gente, las fiestas de fin de año, la familia”, concluye.

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