Mansos, de caminar tranquilo y mirada dulce. Así son los caballos sobre los que se puede andar entre las montañas, observar la inmensidad pintada de verde, disfrutar las pequeñas cascadas y recorrer la orilla del río, en Valle Fértil. Gracias a la tranquilidad de los animales, que conocen el camino de memoria y llevan hasta al pasajero más inexperto, cualquier turista puede subir a ellos y conocer las entrañas del valle. DIARIO DE CUYO recorrió ese camino y conoció los paisajes más bellos del lugar.
El recorrido comienza en la Finca la Media Luna, en el interior de La Majadita. Don Lidio Molina prepara los animales y da las primeras indicaciones. ‘Haga como si estuviera andando en bicicleta, para mantener el equilibrio. Incline el cuerpo y los pies hacia adelante, así tendrá apoyo‘, dice el hombre y hace fuerza para ayudar a que el visitante dé el envión para subir al animal.
Pimentón, Paisanito I y Paisanito II inician su paso lento y hacen saltar a quienes los montan, mientras recorren la tierra que los lleva a los cerros.
En el camino, Lidio explica que los grandes árboles que se ven en lo alto de la montaña son únicos en San Juan. Se trata de un bosque de viscos, una especie que se da normalmente en el Norte del país. Los pasajeros se entretienen mirando esa mancha verde oscura y, cuando bajan la cabeza, notan que están en medio de un valle. Las montañas de los costados son altas y en el medio se aprecia los hilos de agua entre las rocas. El pasto parece ser parte de un parque. Lidio explica que los animales de la zona pastan allí y mantienen el pasto corto.
A lo largo del recorrido, el grupo cruza el río varias veces, sin mojarse los pies. Aunque los caballos eligen los espacios más cómodos para caminar y salpican a las personas cuando pasan por el medio del agua. Pero las gotas finas son un refresco que ayuda a superar el calor del Sol, que se siente a pesar de la brisa que corre permanentemente entre los cerros.
El lugareño conoce el nombre de cada rincón; señala ‘El pañuelito‘, un espacio con forma triangular que contiene rocas blancas sobre las que cae el agua. Indica el lugar conocido como ‘Los chorros‘, un sector en el que confluyen distintos hilos de agua que bajan lentamente para unirse. Hasta llegar a una piedra con forma de elefante y a la atracción principal del lugar: un árbol cuyas raíces están sobre el suelo (ver aparte).
Tras ver vestigios indígenas el grupo inicia el regreso. Al llegar, después de una hora y media de cabalgata, no queda más que despedirse de los animales que vuelven a cabalgar para tomar agua del río y recuperarse.
