A simple vista parece una propuesta más "fácil” y "menos exigente a nivel físico” que la de ir a un gimnasio a hacer bicicleta, pesas o cualquier otro ejercicio típico de estos espacios. La bailoterapia es, sin temor a equivocarse, al menos una alternativa divertida para poner en acción el cuerpo. Sencillamente implica "desenchufarse de la rutina”, moviendo el cuerpo al ritmo de la música (de diferentes y variados estilos), lo que en sí mismo, es una forma de hacer deporte.
Quizás por todas estas razones es una de las disciplinas que más terreno va ganando en la provincia. Ya hay varios espacios dirigidos por bailarinas, profesoras de danzas e inclusive profesoras de Educación Física que se dedican exclusivamente a dictar clases de bailoterapia. Afortunadamente tienen respuestas de personas de todas las edades, desde niños a adultos. Y aunque las mujeres son las que no tienen pruritos en reconocer que les encanta bailar, también hay hombres -por supuesto en menor cantidad- que se animan, tímidamente.
Pese a que no hay cursos oficiales ni instructorados específicos en bailoterapia, según dicen las entrevistadas, es tal el interés de quienes lo practican que se las ingenian para que sus clases sean lo más creativas posibles. Ellas no sólo piensan y "estudian" las coreografías sino que además investigan por Internet. Así logran combinar ejercicios, ritmos y pasos de bachata, salsa, merengue, cumbia, cuarteto, rock and roll, pop, axe, reggaetón, música disco de las décadas del 70 y 80. Y las más osadas, flamenco, tango y por qué no jazz.
Los resultados están a la vista: "es una manera de ejercitarse y mucho porque se transpira muchisímo y se siente en todo el cuerpo que uno ha bailado. Pero también es una opción para encontrar el equilibrio, desestrezarse y desinhibirse por medio de la danza. La bailoterapia combina la exigencia física y la autodisciplina de los aerobics, agregando la música y el baile de moda. Eso es lo que más atractivo lo hace”, define la actividad Daiana Vazquez, quien -como sus colegas- se pone por momentos al frente de su clase, pero otros, a la par o en espejo porque la idea es que los seguidores puedan imitarla libremente y a diferencia de otros rubros deportivos no hay una explicación taxativa.
Entonces vale la pena preguntarse, quien hace bailoterapia, ¿debe saber bailar?, ¿tiene que tener ritmo, coordinación y gracia?, ¿puede ir un típico "pata-dura”?
Todos pueden hacerlo, tengan mayor o menor ductilidad, sean más o menos delgados, tengan mayor o menor flexibilidad. Dicen las entendidas que quizás en estas clases no se adquieran conocimientos y técnicas como para convertirse en un bailarín eximio. Pero sin lugar a dudas, la persona se moverá considerablemente, se divertirá, se reirá y disfrutará del momento que no supera la hora, incluyendo un precalentamiento, un momento fuerte de ejercicio y para finalizar un espacio de relajación, el que en el caso de Vivian Anabalon Arenas, aprovecha como "terapia" para charlar de los problemas que tienen sus alumnas.
Es que el acento no está puesto en el nivel del baile, de hecho tal como lo aclaran todas las profesoras consultadas en esta nota, cada uno se mueve como puede y al ritmo que puede. La atención está puesta en "pasarlo bien".
"Uno va combinando los ritmos de acuerdo a la clase. Si hay mayoría de gente joven por supuesto que la velocidad y la energía de la música será mucho más fuerte, mientras que si hay personas de mayor edad, se irá complementando entre ritmos más movidos y más lentos", coinciden en sus estrategias todas las profes consultadas.
