Con 58 años y dos hijos, Cristina Fernández juega su continuidad en el cargo en la primera elección de su vida que deberá enfrentar sin la conducción política de su esposo, Néstor Kirchner. Egresada como abogada de la Universidad de La Plata, donde conoció a Kirchner y comenzaron juntos una vida personal y política que desde Santa Cruz los llevó a ocupar la presidencia de la Nación, se sintió con el paso de los años más patagónica que bonaerense.

Hija de un matrimonio de clase media, conoció a Kirchner en la universidad y se casó con él en 1975, tras seis meses de noviazgo, cuando ambos coqueteaban con la militancia en las Juventudes Peronistas.

Tras el golpe de Estado de 1976, la pareja se afincó en Río Gallegos, ciudad natal de Kirchner, donde el expresidente inició su carrera política, primero como intendente, después como gobernador de Santa Cruz y finalmente como presidente de Argentina. Ella tuvo una larga militancia en el Congreso siendo diputada y senadora nacional. Aunque nació en La Plata, CFK considera que Río Gallegos y El Calafate -la turística localidad patagónica donde falleció Kirchner de un paro cardiaco-, son su “lugar en el mundo”.

En Río Gallegos tiene su residencia familiar, allí nacieron sus hijos -Máximo de 34 años, y Florencia de 21-, y allí se levanta un gran mausoleo en homenaje a Néstor. Cuando falleció Kirchner, muchos pensaron que Cristina tenía los día contados al frente del Gobierno y que el PJ, poco acostumbrado a liderazgos femeninos, terminaría por poner límites a su carrera política. Sin embargo, demostró que tenía muy claros sus objetivos, se rodeó de un reducido grupo de fieles colaboradores y marcó muy bien su estrategia: bajar el tono de confrontación que desgastó a Kirchner y consolidar lo que llama el “modelo” iniciado por el expresidente.