El caso del delincuente que mantuvo durante 5 horas de rehenes a casi 40 personas, en un asalto a la sucursal del Banco Nación, en Pilar, Buenos Aires, antes de ser reducido, requiere una condena ejemplar frente al impacto social y las secuelas de una modalidad perversa de atentar contra vidas y bienes.

Josué Rodríguez Coronel (a) "Cheto”, abandonado por sus compinches, quedó como dominador de una situación amenazante -decía tener bombas- doblegando a las fuerzas de seguridad que rodearon el lugar, donde se paralizó toda la zona, cerrando negocios y evacuando al vecindario. El asaltante exigió comida, quiso ver a su mujer y a su hija, a quienes les expresaba su amor con carteles, habló por teléfono con 3 canales de TV, marginando a la fiscalía interviniente y a la policía que debían responder por la vida de los rehenes.

Sorprende que las fuerzas de seguridad no pudieron detenerlo antes, ya que pudo trazar una estrategia para abortar su accionar delictivo que fue en aumento a medida que observaba la pasividad externa. Si bien se trató de un prófugo de la Justicia, por lo cual decía que ya estaba jugado, también especuló con el alcance de la tendencia garantista en la aplicación del derecho penal.

Shakespeare, en la obra "Medida por medida” remarca la expresión del Sermón de la Montaña: "Con la medida con la que mides serás medido”, una sabiduría que debería ser constante por todos los que, además de tener oportunidad de mando, tengan un poco de pasión por el futuro. Reflexionar sobre esta gran verdad expresada con pocas palabras, llevaría a que desapareciera la crítica, esa costumbre que todo lo corroe a partir de la desubicación ante la ley.