Me llamo María Isabel Becerra, tengo 39 años y un hijo de 20. Desde joven trabajé en distintas tareas y jamás me pasó algo como lo que me tocó vivir ahora’. Con estas palabras comenzó a identificarse la docente que denunció haber sido víctima de un presunto caso de abuso sexual en el Ministerio de Educación por parte de un supervisor de Capacitación Laboral. El hecho ocurrió hace casi un mes, pero recién ahora salió a dar la cara y según dijo fue para darle fuerza a su denuncia. Aseguró que no quiere que la gente piense que miente.
Su inexperiencia en este tipo de situaciones es lo que la llevó a mantener oculta su identidad luego de que el caso saliera a la luz. ’No sabía cómo actuar, por eso no quise darme a conocer públicamente. Pero después, por el aliento de mis familiares y amigos decidí mostrarme porque no miento, no tengo nada que ocultar y porque quiero que mi caso aunque sea sirva para que este hombre (el acusado Juan Álvarez) no moleste más a ninguna mujer’, dijo la docente.
María se recibió de maestra primaria en 1998, pero recién este año consiguió un cargo. Dijo que proviene de una familia muy humilde y que esa condición no le permitió hacer los cursos necesarios para sumar puntos y conseguir un puesto rápido. Por eso trabajó en diferentes rubros para poder pagarse los cursos. ’Trabajé en una fábrica, de moza y de empleada doméstica. Así pude pagar la capacitación laboral en Corte y Confección que me dio el puntaje para conseguir una suplencia en la escuela de Capacitación Laboral de Desamparados. Es mi primer trabajo en la docencia y allí comencé hace 5 meses. En los trabajos anteriores jamás viví una experiencia tan desagradable como la que me tocó vivir en el Ministerio’, agregó.
Pese al poco tiempo que lleva en esa escuela, María dijo que se ha transformado en su segundo hogar, y sus colegas y alumnos en su segunda familia. Estos últimos, fueron los que se dieron cuenta de que algo malo le había ocurrido, pese a que ella ni las autoridades escolares habían mencionado el tema. ’Los chicos me preguntaron qué me pasaba que me veían mal como si estuviera en otro mundo. Decidí contarles. Fue un momento muy difícil. Cuando terminé todos vinieron a abrazarme y a darme fuerza para seguir adelante con las acciones legales’, dijo.
Por la tarde, María se dedica a dar clases en la escuela, y por la mañana, a trabajar en pos de los más necesitados. Trabaja ad honorem para una fundación que ayuda con donaciones a las personas carenciadas. Ella se encarga de remendar y arreglar la ropa que se recibe en calidad de donación. ’Algo que les agradezco eternamente a mis padres es el haberme dado tanto valores. Mi papá siempre me inculcó que ante todo estaba el respeto por uno mismo y por los demás, y que jamás debía permitir que alguien me lo faltara. Álvarez me faltó el respeto y me hizo sentir humillada. No quiero que le haga lo mismo a otra mujer’, sostuvo la docente.
Nuevamente Diario DE CUYO intentó comunicarse con el supervisor, pero no respondió los llamados.
