Gertrude Baines, la mujer más vieja que se conocía en el mundo, murió ayer en Los Angeles tras haber vivido el siglo XX al completo y celebrado su 115 cumpleaños con una felicitación de Barack Obama.
Nació el 6 de abril de 1894 en Shellman, Georgia y ante sus ojos pasaron tres siglos distintos. Vivió la mayor parte de su vida en Ohio, donde trabajó de ama de llaves en la universidad estatal hasta que se divorció y se mudó a Los Angeles.
Hija de esclavos, como afroamericana le tocó vivir los años más duros para su raza y nunca pensó que un negro llegaría a ser presidente de Estados Unidos. "Votó por Obama y planea hacerlo dentro de cuatro años", decía su médico Charles Witt cuando, junto a enfermeras del hospital Western Convalescent festejaban su último cumpleaños. En la ocasión recibió por carta las felicitaciones del presidente Barack Obama y los regalos del equipo de béisbol Los Angeles Dodgers, su favorito, hecho que la emocionaron de igual forma como cuando le cantaron el Happy Birthday. Aunque ninguno de sus familiares estuvo presente.
Las enfermeras y empleados de ese centro de cuidado en West Adams han sido su única familia desde hace muchos años. De cariño la llamaban "Mama Baines".
En 1909 la señora Baines tuvo una hija, Annabelle, quien murió a los 18 años de edad a causa de la fiebre tifoidea. Fue sirvienta en la Universidad Estatal de Ohio (OSU) y más tarde se mudó a California.
En enero, cuando las cámaras se agolparon en su puerta para preguntarle por la clave de su longevidad, Baines relató la historia de su vida, desde que nació en un hogar de antiguos esclavos hasta sus últimos años en la residencia geriátrica en Los Angeles. "Sólo Dios sabe por qué he vivido tanto. Pregúntenle a él. Me he cuidado bien, como él quería", dijo la anciana.
Gertrude Baines falleció pacíficamente mientras dormía, en algún momento en el asilo de ancianos. El doctor Witt apuntó a un ataque al corazón como causa más probable de la muerte, aunque aún no ha obtenido los resultados de la autopsia.
Baines mantuvo el récord mundial de longevidad femenina durante ocho meses, desde la muerte en enero pasado de la portuguesa María de Jesús, un año mayor que ella. El relevo pasa ahora a la japonesa Kama Chinen, con 114 años.
