Alejandro Villarroel es un baqueano de 40 años de experiencia y fue uno de los últimos en ver a Fava y Rocamora. “A Gabriel lo conozco mucho porque desde hace tiempo trabajamos juntos. Me llamó y me pidió unos animales para llevar carga hasta la montaña. Al otro chico no lo conocía. Yo les dije que tuvieran cuidado, que a esta altura del año el hielo está podrido (sic) y que era riesgoso”, contó Villarroel.

Al otro día, los andinistas marcharon en camioneta hasta un refugio en la montaña y Villarroel envió los caballos con la carga junto a su hijo. Luego, los andinistas siguieron solos. “Me preocupaba el tema del hielo porque es muy traicionero en esta época. Es como cuando uno saca un pedazo de hielo del freezer y lo pone al Sol, al rato se va a ver poroso. Y ahí no hay grampa que agarre. Se los dije un par de veces, pero estaban confiados. Fue un accidente”, agregó el baqueano.