Ya se trate de melones para mercado interno, tomates tipo peritas para la industria cuyana, otras verduras como pimientos, berenjenas, sandías y tomates redondos para consumo en fresco, el kit de tecnología para aguantar el momento de dólar bajo y costos altos para los chacareros se basa en estos pilares que mencionamos.

Recorriendo todas las semanas la extensa geografía de nuestra querida provincia de San Juan, en los últimos 10 años desde esta redacción de Suplemento Verde podemos asegurar que hubo un gran cambio en la forma de producción.

La tecnología ha venido sumando importantes avances en varios rubros, que, sumados a la investigación llevaron al desarrollo de sectores como el hortícola, del que hoy hablaremos.

Sin duda, que los rubros vitivinícolas, frutícolas y olivícolas también incrementaron sus resultados en forma similar.

El caso particular del tomate para industria, ya sea para salsa, cubeteado, puré, concentrado o hasta para ser secado al sol es un ejemplo de cluster a seguir. A los avances de ensayos con guano de gallina, se sumaron otros con fertilizantes, dosis y fechas variables. Pero se empezaron a ver grandes cambios cuando se pasó a la utilización de los speedlings (plantines) obtenidos en invernaderos con condiciones climáticas controladas y el porcentaje de fallas en el arranque bajó significativamente. Hoy en día, ningún productor del Valle de Uco, Valle de Tulum o zona hortícola que sea en Cuyo duda en pagar unos 5.000 ó 6000 pesos por una hectárea, porque sabe el beneficio que obtiene al empezar bien su chacra.

El riego por goteo ha sido una verdadera revolución, ya que luego de un par de años para ir tomándole la mano, ahora casi duplican los números de la temporada anterior. Referentes de la talla de Cosme Argerich, del INTA La Consulta, dijeron a este medio que en 1997 se obtenían 36.000 kilos por hectárea de promedio, entre los productores que integraban la Asociación Tomate 2000; en el 2012 llegaron a 76.000. Pero lo más llamativo es que en San Juan se esperan cifras de promedios que orillan los 90.000 kilos por hectárea, ya que los mejores productores obtuvieron 145 y hasta 153.000 kilos por hectárea.

Ya se ha comenzado a hilar bien fino, y ahora se ensayan pruebas con la cinta de goteo aérea (sobre el tomate), sobre la tierra (lo normal) y enterrada unos 10 centímetros. Siguen los testeados para buscar rendimientos mayores. La cinta de 200 micrones oscila entre 4.000 y 5.000 pesos para una hectárea, y asegura un riego cómodo, evitando stress, exceso o riesgos incluso con los vientos tipo Zonda o heladas, elementos que pueden ser mitigados -en cierta forma- con estos equipos.

El mulching o polietileno cobertor, ya no es una alternativa más y quienes lo han usado, dicen que prefieren gasta unos $4.500 por hectárea, pero no tener que lidiar con las malezas de temporada, ni con cuadrillas para la eliminación manual; además ganan en precocidad y esto en valioso en el mercado.

Las mallas antigranizos, si bien costosas, son una herramienta que ha permitido por ejemplo a chacareros pocitanos de tomate redondo, recuperar en 2,5 años su inversión. Cuando viene una ‘suba’ del precio del tomate, se cosecha con tranquilidad, sin riesgos. En otras notas seguiremos abordando otras tecnologías que permiten obtener una renta atractiva en estos momentos difíciles de coyuntura.