El Partido Verde de Brasil, tercero en las elecciones del 3 de octubre con el 19% de los votos, decidió ayer en su Convención nacional no respaldar a ninguno de los candidatos en la segunda vuelta que debe definir el presidente del país.
La decisión del PV obliga de alguna manera a la oficialista Dilma Rousseff y al opositor José Serra a buscar voto por voto los casi 20 millones de sufragios que logró la candidata verde, Marina Silva, en la primera vuelta.
Antes de que se adoptara la decisión plenaria, la misma Silva había adelantado su postura de neutralidad, y después una abrumadora mayoría se pronunció por la independencia, mientras apenas 4 convencionales pretendieron que el partido definiera respaldos.
"El voto es secreto y voy a mantener ese derecho que tengo. Voy a promover el debate para que el electorado brasileño elija lo que es mejor para Brasil. No es de neutralidad, es independencia, porque el partido permite que cada uno apoye a cada candidato, pero no como integrante del partido", explicó Silva en conferencia de prensa.
Silva fue fundadora del PT en el estado amazónico de Acre en los "80, pero abandonó el partido de Lula en 2009, un año después de haber dejado el gobierno por diferencias con el propio presidente, que le quitó el control exclusivo del Plan Amazonia Sustentable.
La ex candidata verde condenó la "dualidad destructiva" entre el PT de Lula y el PSDB del ex presidente Fernando Henrique Cardoso y la comparó con la disputa entre republicanos y monarquistas del período imperial. "No hay democracia apenas con dos opciones; sólo existe con una tercera vía", evaluó.
Desde que se supo el resultado del 3 de octubre, el apoyo de Silva es abiertamente disputado por Dilma y Serra, quienes consideran que los votos verdes serán decisivos en el balotaje y hasta mandaron cartas a la ex candidata verde para invitarla a buscar coincidencias programáticas.
Silva también dijo que defiende su fe religiosa -es evangélica-, pero no para usarla como arma electoral, en lo que pareció una respuesta también a los medios que interpretan que la cuestión del aborto fue colocado por los evangelistas que la respaldaron y ahora se inclinan por Serra.
La cuestión del aborto se mantuvo ayer en el centro de la escena, porque el comando de campaña de Serra negó que la esposa del ex gobernador de San Pablo, la ex bailarina chilena Mónica Allende, se hubiera sometido a un aborto en los "70, como contó una ex alumna de la mujer.
