Alejandro Poblete (19) está en una cama, la muñeca izquierda enyesada por una fractura, el rostro desfigurado por un gran mancha roja, con cortes y dolores en varias partes del cuerpo. Apenas puede hablar porque las heridas también alcanzaron sus labios. Pero está vivo y eso alegra a sus más íntimos familiares, que lloran, pero sonríen porque podrán tenerlo ya que ese cuadro de lesiones promete no acarrearle ningún problema. “Gracias a Dios que sólo tiene golpes y una muñeca quebrada”, se alegra su madre, Raquel Díaz. “Yo venía durmiendo cuando pasó esto, después me desperté acá”, dijo ayer Alejandro (alumno de 6to año de la Agrotécnica) desde la sala de Urgencia del Hospital Guillermo Rawson.
