Las 9.500 almas que ayer estuvieron en el Cantoni vivieron el partido de acuerdo al resultado. Se volvieron locos con el primer set ganado por la selección de Weber y por primera vez en la noche sonó el clásico “el que no salta, es un francés”. La derrota en el segundo y tercer parcial, transformó al cubierto en una caja silenciosa. Pero esa pasividad duró hasta largar el cuarto parcial ya que la gente entendió que era el momento ideal para alentar a más no poder. De ahí hasta el final la alegría fue sólo albiceleste, cerrando una noche a puro calor.
