"Casi siempre somos nosotros los que hacemos esto", decía Sergio Rodríguez. "Como dicen que somos los más flacos, se abusan", completaba Andrés Gil con una carcajada. Los dos estaban de puntillas sobre uno de los relieves de la Cabeza del Indio. A fuerza de pincel duro y látex blanco de exterior, repintaban el monumento, para quitarle las huellas de los últimos actos de vandalismo en formato aerosol. Y habían llegado hasta ese mirador del cerro por el camino más corto, que es a la vez el más tortuoso: el empinadísimo trekking por las rocas pequeñas y filosas que cubren lo que alguna vez fue la escalinata de piedra.

Ambos obreros de la Municipalidad de Rivadavia confirmaron ayer lo que el intendente Elías Alvarez le había dicho a DIARIO DE CUYO: que dos veces al mes, promedio, deben subir hasta allá y pasar pintura blanca sobre los graffitis, dibujos, nombres y fechas que muchos dejan estampados con aerosol. "Al negro lo cubrimos fácil, ¿ve?, pero al rojo cuesta mucho más. Y la vez pasada habían escrito también con verde. Era casi imposible taparlo con el blanco. Parecía un indio en guerra", contaba ayer Rodríguez.

El tema había sido puesto en el tapete por un lector, que denunció la situación por medio de una foto enviada a la sección Fotociudadana. Fue entonces cuando se reveló lo frecuente que es este tipo de vandalismo con el monumento hecho en la década de 1920. Y ayer mismo, nuevamente los obreros municipales tuvieron que ir a tapar con pintura blanca los lentes, pupilas, bigotes, barba candado, corazones y nombres que le habían estampado al rostro del indio.

Hasta el año pasado, contaron los pintores, usaban esmalte sintético. Pero después debieron cambiar al látex, más económico, por lo mucho que deben repintar. cada vez que lo hacen gastan casi 8 litros. "Pero vengasé el lunes por acá -advertía Rodríguez-: va a ver cómo está otra vez todo pintarrajeado. Hay que tener ganas de hacer daño para subir hasta acá a escribir con aerosol, ¿no?".