Con respecto al empate del domingo pasado sin goles en San Juan ante Independiente, ayer no estuvieron Mauro Bogado ni Andrés Alderete. Tampoco Gastón Caprari, de entrada. Son las variantes que tuvo que hacer el técnico Gabriel Perrone. En los dos primeros casos, obligado. Porque ambos volantes debían pagar una fecha de suspensión por haber llegado al límite de tarjetas amarillas. En el otro caso fue por una variante táctica. Los que entraron desde el vamos por esos lugares fueron Cristian Alvarez, Francisco Alarcón y Claudio Riaño, respectivamente.
Pues bien, de los tres “nuevos”, el rendimiento fue distinto. El chileno Francisco Alarcón se movió por el lugar que lo hace Alderete -doble 5 junto con Bustos- y no sólo cumplió bien su función en la contención sino que se hizo muy importante a la hora de atacar.
Si justamente el chileno -quien fue el último en incorporarse al plantel tras la habilitación que recibió San Martín ante la rotura de ligamentos del “Huevo” Raúl Quiroga- se despachó con un bombazo a los 40 minutos del segundo tiempo, que al final fue el único gol Verdinegro cuando el partido ya se terminaba. Al volante se lo vio tranquilo. En el principio llegando algo a destiempo pero después mejorando su imagen de recuperador.
Su actuación en el complemento fue lo mejor, coincidiendo en que todo el equipo jugó de otra manera. Se le animó a Lanús y lo tuvo en jaque. En el balance general, Alarcón le respondió a la confianza que depositó el técnico en él.
Un caso distinto fue el de Alvarez. Es que el “Pelado” sintió su falta de fútbol y, en especial en el primer segmento, se lo vio impreciso. La función de Bogado es muy importante para el ataque de San Martín por el costado derecho. En caso especial porque es un jugador con mucha precisión en sus pases. Y también sabe elegir los momentos para pasar al frente. Alvarez no tuvo esos atributos y se notó. Porque Lanús aprovechó para atacar por ese lugar.
Ya en el complemento lo de Alvarez mejoró. Estuvo más en contacto con la pelota pero le faltó la justeza en sus centros. Y, en defensa, ya no dio tantos espacios.
Y, por último, lo de Claudio Riaño fue de mayor a menor. Es que el delantero cordobés jugó un buen primer tiempo. Se lo vio veloz e incisivo, preocupando a los defensores rivales. Pero al no entrar tanto en contacto con la pelota, lo suyo se fue diluyendo.
Ya en el complemento, el exatacante de Talleres trató de utilizar más las diagonales, pero con Lanús mucho más atrás, tuvo mayor marca y ante la falta de gol Perrone lo sacó por Caprari.
