El presidente Joe Biden despachó a sus máximos colaboradores a Medio Oriente con un objetivo crucial: evitar que estalle una guerra total entre Israel y el grupo de milicias libanesas Hezbollah. Israel, por su parte, ha dejado en claro que considera insostenible el intercambio de fuego cotidiano entre sus fuerzas y las de Hezbollah a lo largo de la frontera, y pronto podría lanzar una operación militar a gran escala en territorio libanés.
"Preferiríamos el camino de un acuerdo diplomático consensuado, pero se acerca el momento de dar vuelta el reloj de arena”, dijo el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant.
Al gobierno de Washington le preocupa que el primer ministro Benjamin Netanyahu vea la expansión de la guerra al Líbano como algo crucial para su supervivencia política en medio de las críticas internas a su gobierno por no haber prevenido los ataques de Hamas del 7 de octubre.
En conversaciones privadas, Washington le advirtió a Israel que no escale el conflicto con el Líbano: si lo hace, según una nueva evaluación secreta de la Agencia de Inteligencia de Defensa norteamericana (DIA), las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) tendrían pocas chances de éxito, porque tendría que dispersar los recursos y activos militares hoy concentrados en el conflicto en la Franja de Gaza.
Según las fuentes norteamericanas, Hezbollah, un viejo enemigo de Estados Unidos, que cuenta con milicias bien entrenadas y decenas de miles de misiles y cohetes, también quiere evitar una escalada mayor: en su discurso de hace unos días, el líder de la agrupación, Hasan Nasrallah, prometió que la agresión israelí no quedaría sin respuesta, pero dio a entender que estaría abierto a negociar con Israel sobre la demarcación de la frontera.
Para hoy se espera el arribo a Israel del secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, para discutir los pasos específicos "que eviten una escalada”, dijo su vocero, Matt Miller.
Desde Washignton apuntan que los funcionarios israelíes vienen hablando de lanzar un ataque preventivo contra Hezbollah desde el ataque de Hamas del 7 de octubre. Pero Estados Unidos se ha opuesto sostenidamente, ante el riesgo de que el conflicto arrastre a Irán, que apoya a ambos grupos y a otras fuerzas delegadas, una eventualidad que podría obligar a Estados Unidos a responder militarmente en defensa de Israel.
Los norteamericanos temen que un conflicto a gran escala entre Israel y el Líbano supere el derramamiento de sangre de la guerra entre Israel y el Líbano de 2006, debido al arsenal sustancialmente mayor de armamento de precisión y de largo alcance con el que cuenta actualmente Hezbollah. "El número de víctimas en el Líbano podría oscilar entre 300.000 y el medio millón de personas, y desencadenar una evacuación masiva de todo el norte de Israel”, advierte Bilal Saab, experto en temas del Líbano del grupo de expertos Instituto de Oriente Medio, con sede en Washington.
Hoy Hezbollah tiene capacidad bélica para atacar en lo profundo del territorio israelí, alcanzando objetivos sensibles, como plantas petroquímicas y reactores nucleares, e Irán puede activar sus milicias delegadas en toda la región. "En el caso de una guerra, no creo que el conflicto se limite solamente a esas dos fuerzas,” apunta Saab.
Funcionarios de Francia y Estados Unidos están discutiendo con funcionarios libaneses una propuesta para que el gobierno del Líbano, y no Hazbollah, tome el control de parte de la frontera con Israel
Por John Hudson, Yasmeen Abutaleb y Shane Harris
Traducción de Jaime Arrambide
The Washington Post
