Fue una despedida conmovedora la de Alba Pizarro, pero también un adiós cargado de bronca e impotencia porque nadie puso fin a los constantes maltratos a los que la sometía su marido, el presidiario Carlos Limolle, que la llevó a la muerte de una manera cruel el jueves último cuando la asesinó golpeándola reiteradas veces en la cabeza con una piedra. Una historia más de violencia de género, que tuvo como víctima a una joven madre y a un sujeto con antecedentes por robos y droga que había salido del Penal dos días antes de cometer ese crimen y que evidencia el perfil psicológico de alguien manipulador, violento y enfermo de celos, potenciado además por su adicción a los estupefacientes, de acuerdo a los relatos de sus parientes y fuentes penitenciarias.
Alba Ruth Pizarro (33) fue sepultada este fin de semana en el cementerio de Rawson. Tras su triste historia, hay seis hijos que quedaron a la deriva: una beba de sólo 3 meses, otra niña de 1 año y 4 meses, y otros cuatro hijos, entre ellos, el mayor de 18 años actualmente está preso en la cárcel. Son esos chicos los que también sufrieron en carne propia la violencia de parte de su padre, Carlos Roberto Limolle (37), hoy detenido en la Seccional 25ta. de Rawson.

Alba se enamoró de Limolle cuando tenía 15 años y jamás se separó de su lado. Lo acompañó hasta en el delito, pues alguna vez estuvo detenida por ‘mecherismo’, según la Policía. Incluso hizo lo imposible por su marido. Su propia hermana Romina relató que Alba era obligada por Limolle a meter droga en el Penal en los días de visita para mantener su vicio, pagar protección o hacer sus negocios con otros reos.

‘Toda la vida la verdugueaba. Es un maldito. Mi hermana era una excelente mujer, pero él la humillaba y la maltrataba siempre. La amenazaba, ella no podía faltar los días de visita porque tenía que llevarle lo que él quisiera o comprarle las mejores zapatillas porque sino la golpeaba. Así fue siempre, y no lo denunciaba era porque este tipo le decía que la iba a matar a ella o mi madre’, relató la hermana de Alba.

Su hijo de 17 años dijo que ‘la droga le pegaba mal. Nos golpeaba a todos por cualquier cosa. Llegó a quebrarle un brazo a mi hermano’. Ese joven de 18 años, preso en el Penal, contó que su padre una vez lo llevó hasta cerca de un cementerio y cuando estuvieron solos le pegó reiteradas veces con el cinto y la hebilla. Este muchacho hace tiempo que no se habla con su papá.
Según fuentes penitenciarias, Limolle estuvo preso por robo, estupefacientes, robo agravado, lesiones y otros delitos. Su última caída fue en octubre del 2009, acusado de participar en el crimen de Andrés González en Rawson. Tres días antes de esa detención, mandó al hospital de una golpiza a Alba quien, para cubrirlo, dijo que la habían golpeado en un robo.

Si bien después obtuvo la falta de mérito, continuó detenido por una causa de drogas y durante ese encierro por poco no le reventó los oídos a su mujer y le dio un puntazo en una mano el pasado día de la madre, y otra vez la mujer se las ingenió para que ningún guardia supiera de esa brutal agresión.
El martes último Limolle fue excarcelado y a los dos días mató a su mujer Alba Pizarro tras llevarla a Médano de Oro.

El sujeto es adicto a las drogas y evidencia un cuadro patológico, contaron en el Penal. Lo calificaron como un sujeto con escaso nivel cultural, manipulador, violento, impulsivo y con rasgos paranoides, dado que vivía obsesionado con la idea de que su mujer lo engañaba o siempre estaba a la defensiva de los otros presos.

Varias veces lo cambiaron de pabellón por problemas de convivencia y fue agredido por otros presos, molestos porque golpeaba a su mujer en las visitas. Hoy, Limolle está preso en una comisaría y dice estar arrepentido. Pero nadie le cree y muchos están seguros de que cuando pise el Penal, será blanco de una venganza.