Cuando el seleccionado español de fútbol se llevó el título en el Mundial de Sudáfrica hace un par de semanas atrás, saltó la admiración del mundo por el notable éxito de los deportistas de la Madre Patria. Ayer, con la nueva victoria en el Tour de Francia del ciclista de Alberto Contador (27 años), se agregó otro eslabón a un año -y también a una década- plagada de victorias para un país que indudablemente trabaja bien y le dedica tiempo, esfuerzo y buenos gastos económicos al deporte en general.

Es claro que la política deportiva de España está cosechando el fruto del esfuerzo que comenzó hace más de 18 años. Fue antes de aquellos Juegos Olímpicos Barcelona "92, en los que España, como anfitriona, logró 13 medallas doradas, cuando antes, en toda su historia, había cosechado apenas cuatro.

Durante la última década, los españoles se han convertido en animadores principalísimos tanto de deportes grupales como de los individuales. Y este año, en especial, están arrasando con todas las competencias más llamativas. El tenista Rafael Nadal, por ejemplo, se hizo dueño de dos de los tres Grand Slam disputados: Ganó en Roland Garros y en Wimbledon. En el primero -en Australia- no participó por estar lesionado.Todavía queda por disputarse Flushing Meadows (EE.UU). Si lo gana, será inalcanzable como número uno en su deporte.

En Sudáfrica, el seleccionado español de fútbol fue una maquinita y, por primera vez, alzó el título dando una lección de orden, practicidad y efectividad. En automovilismo, ayer mismo, otro español -Fernando Alonso- se adjudicó el Gran Premio de Fórmula Uno de Alemania y ya antes se había coronado como campeón mundial. En motos GP, el también español Jorge Lorenzo fue el gran triunfante de ayer, en la fecha desarrollada en Laguna Seca, en EE.UU.

Ahora se viene el Mundial de Básquetbol (en Turquía) y el mayor candidato a la corona es el actual campeón: Nada menos que España.

¿Hasta cuando seguirá esta supremacía deportiva española? Mientras sigan trabajando de la manera que lo hacen, difícilmente la alegría de la victoria se la lleven otros.