Hace poco tiempo se celebró en el Quinto Cuartel, en Pocito, un espectáculo especial que se promocionó como "’Peña homenaje a la China del Quinto Cuartel”. Si bien todos los lunes hay encuentros tonaderos en aquella zona, esta vez se homenajeó a la Tonada de manera excepcional, con gran participación de grupos folclóricos y un público que mostró su profunda afición por este género musical folclórico considerado como himno regional cuyano. Según los animadores, se habían convocado poetas, cantores, luneros y guitarreros en ese sur sanjuanino lleno de historia grande, en medio de álamos, pinos, sauces, enredaderas y otros gozos vegetales de la vista, que ayudaban a disfrutar de un espectáculo único. A la vera del pequeño escenario, y a la luz de la luna, el agua de una acequia serpenteaba con rumor, mientras decenas de mesas con sus manteles, invitaban a ubicarse a más de 300 personas. Cuando la estrella es la tonada, y como nos enseñó la Prof. Hebe Almeida de Gargiulo, el cancionero es de amor y pena, y en él aparece la pasión correspondida, pero también el cariño imposible, la ingratitud de la amada, o el dolor acrecentado por la ausencia. Universo éste, donde "’sexo y sentimiento se disputan la inspiración”, según sentencia de Edmundo Correas en su "’Historia Espiritual de Cuyo” (1939). Así, cuando sonó "’La China del Quinto Cuartel” en las voces de "’Los costeros del Quinto”, pareció temblar en esa esquina de calle 8 y Costa Canal. Fue el momento en que los tradicionales organizadores, la Unión Vecinal del Bº Quinto Cuartel con su presidente a la cabeza, comprobaron una vez más que la mayoría tarareaba, cantaba a viva voz, o entonaba cada estrofa con sentimiento de pertenencia, generando espontáneamente divertidos cogollos. Jorge Darío Bence comenzó la presentación, que con las horas fue continuada por su hijo Juanjo Recabarren, de impecables condiciones para los mejores escenarios. No faltó un recuerdo a doña Julia Vega, sanjuanina por adopción, "’la alondra de los valles huarpes” (como le llamó Jaime Yankelevich, pionero de la radio y la televisión argentina cuando ella cantaba tonadas en Buenos Aires), a lo que se sumaron los aportes de otro difusor y notable "’archivero” del folclore cuyano como Oscar Romero. Así, el ambiente, bellamente armonioso, dejaba en evidencia que la ancha memoria es trasmitida allí oralmente de generación en generación. Porque, ¿qué es la tonada para que nos ocupemos de esta manera, sino el eslabón en peligro de una historia cultural profunda que requiere de urgente protección? Ignorar la tonada en Cuyo es olvidar un idioma materno, un primer amor, o cruzar la frontera hacia algo ajeno. El Quinto, lírico territorio de bien nacidos, con casi 2000 habitantes, luce hasta los colores de la tonada, que podríamos adivinar entre rojo, ocre, verde y blanco, demostrando una vez más, tal como sucede en otros lugares prodigiosos de San Juan, cómo debe trabajarse para rendir tributo a la sabiduría popular. Será porque es gente con melancólica serenidad que admira su propia tierra, regada de sudores eternos y muchas veces acompañada de injusta suerte a la hora de recoger las cosechas, tras deslomarse por los sembrados. Escenario real posible de la célebre letra de "’La del Quinto Cuartel”, y cercano de dos trágicos parajes en los que la miseria de la política manchó inútilmente de sangre ilustre como la de Aberastain, y pulcra como la de Jones. En aquella noche, que desembarcó muy pronto en una larga madrugada, y donde se contó con apoyo municipal, cada tanto se aparecía el espíritu de Ernesto Villavicencio, virtuoso de la tonada, que en el otro extremo de la Ciudad, en Chimbas, era puntualmente homenajeado a la misma hora, con Jorge Pascual Recabarren en la conducción del espectáculo y la presencia siempre entrañable de Ernestito Villavicencio y Avelino Canto, el celebrado dúo "’Los compadres”. El Quinto Cuartel vive la tonada en la sangre. Pura cultura. Porque culto no es sólo quien ha ido a la Universidad, sino quien más ha cultivado los misterios de la vida misma, mediante la conversación, pero sobre todo escuchando y leyendo, tanto en el campo como en la ciudad. Culto vi al Quinto, impregnado de anhelos infinitos y ternuras entrañables, y persuadido de que lo de "’las penas” sólo es de aquella perpetua creación de Miguel Martos (1891-1937), con música de Juan Funes y Feliciano Sosa, y que, por lo menos a quien esto escribe, trae reminiscencias de "’Bodas de sangre”, la celebérrima tragedia en verso y en prosa de Federico García Lorca, basada en un hecho real ocurrido en Andalucía en 1928.

Curiosamente, está próximo a cumplirse 80 años de la primera vez que se cantó la emblemática tonada que dio titulo a esta celebración pocitana. De acuerdo con lo revelado tiempo atrás en este mismo espacio por el magister en Historia Edmundo Jorge Delgado, entre el 12 y 13 de octubre de 1936, y en el marco de lo que se dio en llamar "’Fiesta del Arte Nativo”, participaron folcloristas de todos los departamentos, y "’en ese contexto fiestero el público quedó sobrecogido cuando un dúo pocitano comenzó a entonar con sentimiento una encantadora tonada sanjuanina: "’Quiero a la china más linda / la flor del Quinto Cuartel”. Ganó el máximo premio del citado certamen, y era la primera vez que la ahora popular composición se presentaba ante el público.

(*) Periodista.