Alemania cedió en sus posiciones maximalistas para que la Unión Europea (UE) asegure un nuevo auxilio financiero a Grecia y evite la quiebra del país, mientras el gobierno heleno busca evitar un colapso político que dispararía una situación de caos.
El anuncio in extremis de un acuerdo entre Berlín y París reanimó algo a los mercados, elevó levemente la cotización del euro y, por sobre todo, puso un límite temporal al desarrollo de la larga agonía económica griega que amenaza a la Eurozona en su conjunto.
El presidente francés, Nicolás Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, anunciaron el viernes que actuarán coordinadamente para garantizar el desembolso de 18.000 millones de dólares junto con el FMI, para que Atenas pueda pagar sus vencimientos de deuda del próximo mes de julio.
Sarkozy logró que su colega retrocediera y cediera ante la presión de la mayoría de la Eurozona, incluida Grecia, que temía que la exigencia alemana a los bancos acreedores para que asuman las pérdidas de una reestructuración de la deuda griega, termine desencadenando un efecto en cadena sobre otros países.
Las agencias calificadores de crédito, como Standard & Poor’s y Moody’s, dijeron esta semana que un canje de títulos de la deuda griega para alargar los plazos de pago del país sería considerada como cesación de pagos o ‘default‘.
A pesar del tenue alivio de los mercados a este anuncio franco-alemán, la crisis de Grecia sigue lejos de resolverse.
El primer ministro griego, Giorgios Papandreou, procedió a una remodelación de su gabinete, apelando a enroques de cargos y renuncias. Hoy comenzará en el Parlamento, con una fuerte resistencia, la discusión sobre este segundo plan de ajuste.
Rechazado por la oposición conservadora de Nueva Democracia, que pide elecciones anticipadas, y por toda la izquierda, el nuevo plan de ajuste fiscal 2012-2015 se basa en aumento de la presión impositiva; más recortes del gasto público, incluyendo el despido de 150.000 empleados, y la privatización de las empresas estatales para recaudar 50.000 millones de euros.
El intento de recorrer un camino de recesión, aumento del desempleo y retroceso del PBI, para asegurar el pago de una deuda de 300.000 millones de euros, parece destinado a un fracaso similar al cosechado por Argentina en el período 1998-2001.
Con la importante diferencia de que una quiebra desordenada sería, en el caso de Grecia, un golpe de características históricas para la unidad monetaria, económica y política de Europa, y más allá aún.
