La campaña proselitista de Ricardo Alfonsín mostró evidentes cambios después de las elecciones primarias del 14 de agosto, como el distanciamiento de su socio bonaerense Francisco de Narváez, la concentración en la Capital y Buenos Aires, y una drástica modificación en la estética de sus spots publicitarios.
Para intentar contrarrestar el 12,20% que obtuvo en las primarias y descontar la diferencia de casi 40 puntos que logró la presidenta Cristina Fernández, Alfonsín hizo modificaciones en su equipo de colaboradores y puso al frente de la campaña a Miguel Bazze y Marcelo Stubrin.
El contacto con los medios se convirtió en una de las prioridades de la campaña alfonsinista, en detrimento de las recorridas por el interior que tanto desgaste le causaron en el primer tramo del trabajo proselitista para agosto. Además, la decisión de centrarse en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires obedeció a una lógica de consolidación en los distritos con mayor caudal de votos, pero también a la falta de acompañamiento de referentes del interior del país que, en algunos casos, rechazaron la visita del candidato presidencial para no perder votos.
Uno de los principales ejemplos fue la provincia de Mendoza, que Alfonsín no visitó ni antes ni después de las elecciones primarias -más allá de ser un de los distritos con mayor tradición radical- y, en cambio, en menos de dos meses acudió tres veces a Córdoba, una de ellas para celebrar el triunfo de Ramón Mestre en la intendencia capitalina.
También hubo presencia en provincias como Santa Fe y la región del noroeste, pero la Patagonia no corrió la misma suerte y casi no hubo visitas del hijo del ex presidente Raúl Alfonsín.
A nivel partidario, hubo una escasa presencia de las principales autoridades como Ernesto Sanz, Angel Rozas o Gerardo Morales, que se recluyeron en sus provincias y dejaron que el postulante lleve adelante la campaña junto a sus incondicionales colaboradores.
La publicidad televisiva fue otro de los ejes del cambio alfonsinista y, en una propuesta similar a la del oficialismo, aprovechó segmentos de uno de sus discursos más importantes agrupados por temáticas para demostrar su capacidad de oratoria frente a los militantes. Lo curioso es que las imágenes utilizadas para los avisos debieron ser tomadas del lanzamiento de campaña en diciembre de 2010, porque entre agosto y octubre de este año no hizo ninguna convocatoria multitudinaria para desplegar su discurso.
En los avisos, el radical pretendió dar una imagen de conducción partidaria bajo el lema “43 diputados, 20 senadores, 600 intendentes. Un líder”, pese a que en la realidad no tiene un pleno reconocimiento como tal y después de las elecciones se espera una dura disputa por la conducción partidaria que deberá ser renovada en los primeros días de diciembre.
Sobre el final de la campaña, Alfonsín sorprendió con una propaganda dirigida a la Presidenta -con gran repercusión-, en la que admitió que “probablemente” se imponga hoy y le advirtió que la UCR “no permitirá que su partido haga lo que quiera”.
Además, la virtual ruptura con De Narváez fue otro de los datos salientes de la campaña electoral, que se profundizó aún más con el acercamiento del bonaerense al candidato de Compromiso Federal, Alberto Rodríguez Saá, para tratar de captar más votantes luego del fracaso que significó la resistida alianza.
