“Para nosotras eso es muy importante porque ayuda a crecer el rafting en San Juan. La experiencia del viaje fue totalmente positiva a pesar de que los resultados finales en la tabla de la competencia no fueran los que apuntábamos, ya que pudimos empaparnos de enseñanzas.

Volvimos con la cabeza totalmente cambiada y con más ganas de seguir creciendo. Fue muy duro vivir un mundial durante un mes, sin el apoyo de un cuerpo técnico ni suplente por falta de apoyo económico, éramos el único equipo del mundo que carecía de eso. Incluso éramos un equipo con desventajas muy notables, como por ejemplo, somos muy nuevas en la actividad, contrariamente al resto de los equipos que llevaban hasta 12 años de conjunto. Si bien, todas esas cosas se hicieron sentir allá. Incluso, el mismo día que me colocaron suero por una intoxicación de comida, tuve que calzarme el equipo y entrar al agua para entrenar oficialmente, un día previo a competir.

Lo más lindo que me traigo conmigo, es la convivencia con gente de todo el mundo. Estar al otro lado del mundo, en una isla paradisíaca y selvática con clima tropical extremo y donde se hablaba poco inglés fue muy loco. Y llevar puesta la celeste y blanco, que es algo inexplicable, me llena de orgullo para toda mi vida”.