El problema de la discriminación en la Argentina, donde los derechos humanos son una política de Estado, está lejos de haberse superado desde que en los últimos años se acentuaron las medidas para respetar la dignidad de las personas en todas las actividades de la vida diaria. Es así que un informe oficial revela que el 65% de los argentinos han sufrido o presenciado actos de discriminación en el corriente año.

El llamado el "’Mapa Nacional de la Discriminación 2013”, del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), basado a una investigación de 14.800 casos relevados por 27 universidades nacionales es revelador. Se trata del primer estudio estadístico sobre discriminación, xenofobia y racismo realizado de manera consolidada a nivel nacional, y permite identificar cómo se plantea el problema de la discriminación en el país.

Las cifras publicadas por el Inadi cuando se cumplían 30 años del retorno de la democracia, son por demás preocupantes en un Estado de derecho. Un 58% de los casos de discriminación tuvieron lugar en el ámbito educativo o laboral; un 21% fue como consecuencia del nivel socioeconómico de la víctima; 90% de los musulmanes afirmaron haber sido discriminados por su religión, a la vez que los judíos lo soportaron en un 57% por igual causa.

Entre los hechos más significativos de la investigación se destaca que la mayor causa de agresión y marginación de las personas en el seno de la comunidad es por su nivel socioeconómico, en particular en los lugares de estudio y de trabajo en un 28% en los establecimientos educativos y 29%, en el ámbito laboral. Luego viene el rechazo por "’el aspecto físico”, en un 16% y el color de la piel, con el 10% de los casos. La edad también es determinante de discriminación y en ello los jóvenes de entre 18 y 29 años, son las principales víctimas de los ataques, 74% y de género, porque el 35% es víctima solamente por "’ser mujer”.

La discriminación en la Argentina varía en áreas urbanas y rurales y según los niveles sociales, pero lo peor de este cuadro de sistemática marginación lo da la indiferencia social, ya que a pesar de la enorme cantidad de entrevistados que afirmó haber observado o sufrido un abuso discriminatorio, el 72% admitió no haber reaccionado ante los hechos no obstante configurar un delito.