En polvorientos documentos, ya sean oficiales o privados, (pero algunos de primer nivel), consta el aporte de la sanjuanina Gertrudis Funes a la salud en nuestra provincia. Una muestra de abnegación sin límites, a través de una fe no solo declamada, sino también vivida y el desinterés por los propios bienes terrenales, al donar en vida todo para aliviar o ayudar al prójimo.
A Gertrudis Funes, mujer del siglo XIX, se la puede considerar como una verdadera heroína, que hoy es reconocida en San Juan como se merece, con el nombre suyo impuesto a una plaza, donde estuvo el antiguo hospital.
Mujer de piedad y desinterés excepcional, reflejado en documentos y acciones. Sabíamos que a ella se debió, el primer Hospital de Mujeres que tuvo San Juan, luego Hospital San Roque, que devino en el Marcial Quiroga.
Su testamento dado el 31 de diciembre de 1866, dos años después de de haber comprado, fundado y donado el primer "Hospicio para mujeres pobres enfermas y desvalidas". El escribano fue don Ambrosio Aubone, Testigos Luis Cavillioti, el Dr. Roberto Brandan, médico, recibido en la UBA, cirujano. Como vecinos don Gregorio del Corro y Adolfo Albarracín.
En un testamento el yo fugitivo se pone en el centro, mira hacia atrás, porque recuerdo lo que adquirió en vida y lo proyecta al futuro hacia determinado personas o fines. Supone una serie planteamiento entre el yo y los demás. Un lazo de unión entre el pasado, presente y futuro. La finalidad consiste en la fijación por escrito de los bienes y los destinatarios una vez que la testadora fallezca.
En primer lugar Gertrudis proclama su fe católica, en la que ha vivido y desea morir, expresa que temerosa de la muerte, incierta su hora natural y precisa de toda humana criatura, para que cuando llegue no la halle desprevenida de disposición testamentaria cuando ella muriera. Pide que su cadáver sea sepultado en el Horatorio (sic) del Hospital de Beneficencia. Declara su estado civil y luego de varias consideraciones pasa a enumerar las propiedades. Primero pagar las deudas si es que las tenía. A los que le debían sin documentos, ordenó que se les perdonara las mismas.
Las propiedades: Un sitio de San Clemente para abajo, que se lo había comprado a un tal Rincón hacía más de 30 años. Otro ubicado frente al hospital frente a la propiedad de doña Cecilia Conde. En el barrio de la Lagunita, dice que compró dos sitios con dos casas, se refiere a la benemérita institución que funcionó allí desde 1864 a 1957, con el nombre de Hospital San Roque.
En el testamento recuerda a sus familiares directos sobrinas y lo más destacado y que la muestra una mujer de gran piedad, deja un sitio con casa en la quinta manzana al Poniente de la calle de la Catedral, para la "niñita" Resurrección del Rosario Funes, que tenía como 8 años y que había sacado debajo de los escombros cuando fue a auxiliar a nuestros hermanos mendocinos en 1861.
A la otra niñita que había criado, llamada María del Rosario, le deja otro sitio con casa, ubicada más al naciente, entre muchas otras cosas.
Gertrudis nunca ocupó un cargo, ni recibió pago ninguno. Al contrario dio y a manos llenas todo por amor al prójimo. No aprovechó las influencias que podía haber conseguido de sus familiares distinguidos. Cosa que la ennoblece más aún. No olvidemos que sus ascendientes ocuparon importantes cargo en el cabildo, cuyo desempeños eran residenciados. Aparte de ser pariente de Domingo Faustino Sarmiento, Fr. Justo, fr. José Manuel de Eufrasio Quiroga Sarmiento, El deán Funes, José Ignacio de la Rosa, Nicolás Rodríguez Peña entre muchos otros, no menos importante.
Gertrudis Funes fue una figura arquetípica. Mujer analfabeta, de fortuna y al final de su vida voluntariamente todo lo dio. Estos son los ejemplos que necesita el mundo de hoy, porque a pesar del tiempo transcurrido, percibimos el influjo benéfico de la savia vital que animó su vida terrenal.
