Un desconocido efectuó al menos 8 disparos en las primeras horas de la noche del miércoles contra la vivienda en Chimbas de Alberto Rivas, un testigo que fue clave en el recordado megajuicio por delitos de lesa humanidad que concluyó el año pasado en la provincia. Él vio cuando tras una sesión de tortura llevaron muerto a su celda en el Penal al dirigente comunista Alberto Carvajal y quisieron simular que se había suicidado, y lo contó durante el proceso judicial. Su relato fue de fundamental importancia para condenar a Alberto Olivera, Gustavo De Marchi y Osvaldo Martel, los dos primeros prófugos de la Justicia desde julio del año pasado, cuando escaparon del Hospital Militar Central, en Palermo.

En pleno festejo por el triunfo argentino en el Mundial de Brasil, un automóvil gris se estacionó cerca de las 20.15 del miércoles en la puerta de la casa de Rivas, que vive en una zona poco habitada de Chimbas, en las inmediaciones de Centenario y Maradona, y del vehículo descendió una persona que, luego de sortear una verja de poca altura, efectuó al menos 8 disparos contra el frente de la vivienda. Incluso 2 de los tiros ingresaron por la puerta del comedor e impactaron uno en la cocina y otro en una garrafa de gas. “Suerte que no explotó porque no sé si hubiera contado el cuento”, relató Rivas. Él justo había salido hacia el fondo a regar sus plantas y no pudo ver al atacante, pero sí escuchó cuando le gritaron “te gusta declarar contra los militares, ya tenemos dos en libertad” y escapó. Vecinos del hombre vieron el auto y al desconocido en el jardín disparando su arma y se lo contaron después.

Por el incidente efectuó la denuncia en la Seccional 17, de Chimbas, e intervino la Justicia Federal, por haber sido testigo de la megacausa de lesa humanidad.

Rivas es un empleado público de 64 años que trabaja en la Legislatura provincial, pero que para la época del golpe militar de 1976 estaba cumpliendo una condena en el Penal de Chimbas por delitos comunes. Desde el calabozo en el que se encontraba vio cuando un grupo de militares trajo ya muerto a Carvajal, luego de una sesión de torturas, y colgaron su cuerpo en la reja de su celda para simular que se había ahorcado. Su familia nunca lo creyó y por eso fue muy valioso el testimonio del exdetenido, quien estuvo callado durante 36 años, pero se animó a contarlo en abril del 2012 en una audiencia del megajuicio. Y fue de vital importancia para el posterior castigo a Olivera, De Marchi y Martel, 3 de los 7 condenados en ese histórico proceso judicial que culminó el 4 de julio de 2013.

Sobre el ataque, Rivas dijo que “para mí ha sido algo muy fuerte lo que me ha pasado. Quiera Dios que sea el último testigo al que le pase esto”.

El dirigente Eloy Camus, víctima de la represión ilegal y quien acompañó durante las primeras horas tras el ataque a Rivas, dijo ayer que se trató de un “acto intimidatorio para los testigos del juicio que se viene” y reclamó que tanto la Policía como la Justicia intervengan “para evitar otro Julio López en San Juan”. Esto último con referencia al testigo que desapareció en septiembre de 2006 después de declarar contra el represor Miguel Etchecolatz en un juicio por delitos de lesa humanidad.

Rivas tiene ahora custodia policial permanente en su domicilio y si lo solicita puede ingresar al Programa de Protección de Testigos del Ministerio de Justicia de la Nación, que incluye desde el acompañamiento personal permanente, el cambio de domicilio y hasta una nueva identidad.