Enrique Angelelli, el exobispo de La Rioja asesinado el 4 de agosto de 1976, explicaba en los barrios que ‘si la economía no generaba nada, la Iglesia tenía algunos caminitos posibles‘.
Con esa impronta promovió el nacimiento de la Cooperativa de Trabajo Legítima (Codetral), que fue el primer intento de fomentar el trabajo autogestivo en el interior de la provincia y que le trajo no pocas críticas. ‘En el momento de Angelelli, decir cooperativa era decir subversión‘, explica el excura y actual secretario de Derechos Humanos de La Rioja, Délfor ‘Pocho‘ Brizuela, estrecho colaborador del obispo, al analizar la distinta valorización que se hacía durante la dictadura cívico militar sobre los emprendimientos autogestionados.
La cooperativa ‘Codetral fue impulsada por vecinos de Aminga, en la Costa riojana, legitimada por el Movimiento Rural Diocesano y por el obispo Enrique Angelelli. Los pobladores formaron la coopeerativa para producir y dar trabajo a gente que no tenía‘, relató Brizuela, 40 años después de la muerte de Enrique. Frente a este escenario, Brizuela señaló que varios terratenientes de la zona ‘empezaron una campaña en contra de Angelelli y lo denunciaron como marxista y lo acusaron de hacer todo lo contrario de lo que decía el Evangelio‘.‘
El 4 de agosto de 1976, el obispo murió a los 53 años al volcar el automóvil en el que regresaba de un homenaje a los sacerdotes Gabriel Longueville (francés) y Carlos Murias (argentino), secuestrados, torturados y fusilados dos semanas antes en La Rioja. Viajaba acompañado por su colaborador, el entonces sacerdote Esteban Pinto, quien sobrevivió.
El régimen atribuyó la muerte a una supuesta pérdida de control del auto que conducía y cerró la causa. Angelelli escribió en una carta al Vaticano (leída después en el juicio por su muerte gracias al aporte del papa Francisco) que estaban ‘permanentemente obstaculizados para cumplir con la misión de la Iglesia‘. ‘Personalmente, los sacerdotes y las religiosas somos humillados, requisados y allanados por la Policía con orden del Ejército‘, aseguró el obispo.
Según la investigación, el vehículo del obispo fue embestido por otro que lo hizo volcar, tras lo cual Angelelli fue retirado del auto, golpeado en la nuca y su cuerpo arrastrado hasta el medio de la ruta, donde quedó tendido.
El exgeneral Luciano Menéndez, principal acusado del crimen de Angelelli en 1976, durante la última dictadura militar, fue condenado a prisión perpetua. El exmilitar de 87 años fue acusado de ordenar el asesinato de Angelelli, entonces obispo en la provincia de La Rioja que la dictadura había encubierto como un accidente de tránsito.
A principios de este año, la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal confirmó la condena de Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal. Los exmilitares fueron condenados a prisión perpetua por el ‘homicidio doblemente calificado en perjuicio de monseñor Enrique Ángel Angelelli y por tentativa de homicidio calificado en perjuicio de Arturo Aído Pinto‘.
Durante el proceso, según fuentes judiciales, ‘se investigó el atentado sufrido por Angelelli y Arturo Aído Pinto el 4 de agosto de 1976, mientras se dirigían en un vehículo utilitario desde Chamical hacia la ciudad de La Rioja (Ruta Nacional Nº 38), con el propósito de entregar al Obispado provincial documentación recopilada en el marco de la investigación que Angelelli había desarrollado, con motivo del homicidio de dos curas de su Diócesis, Murias y Longueville‘.
Los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, conocidos como los Mártires de Chamical, los asesinatos de los obispos de La Rioja, Enrique Angelelli, y de San Nicolás, Carlos Ponce de León, y del padre Carlos Mugica, son algunos ejemplos de la persecución del terrorismo de Estado a aquellos religiosos católicos que trabajaban para los humildes.
