Una familia de Zonda sufrió durante más de tres horas, ayer, la angustiante desesperación de un supuesto secuestro de uno de los suyos con su esposa y sus cuatro chicos, por obra de por lo menos tres delincuentes que, alternándose, los llamaron insistentemente para pedir un pago de 10.000 pesos y una recarga telefónica si no querían el peor de los destinos para las presuntas víctimas.
El tenso drama se hizo posible porque la supuesta víctima había salido de paseo y de compras con los suyos, y no atendió los llamados de sus parientes ni los de la Policía porque tenía su teléfono móvil roto y el de su señora sin batería, dijeron fuentes policiales y voceros familiares. De todos modos, varios cabos sueltos en los llamados de los delincuentes hicieron sospechar a los investigadores que podía tratarse de un secuestro inexistente.
Y así lo comprobaron, cuando la misma Policía (decenas de patrullas los buscaban) identificó a la familia buscada en su camioneta en inmediaciones de Circunvalación y General Acha, en Trinidad, Capital.
Así, sin pagar un peso, se ponía fin a un problema que comenzó a las 13 y terminó minutos después de las 16. Las víctimas de un hecho que ayer fue calificado provisoriamente con una tentativa de extorsión, fueron los Andujar, oriundos de Zonda.
En la familia aseguraron que el primero en atender un llamado fue le jefe de hogar, Carlos. Y anoche estaban convencidos de que los delincuentes hicieron una suerte de inteligencia previa sobre los miembros de la familia, porque, por ejemplo, al padre de la víctima lo llamaron por su apellido cuando le dijeron que su hijo había sufrido un grave accidente. O el hecho de que sabían -dijeron- que una de sus hijas es policía.
Sin embargo los investigadores policiales suponían que los datos manejados por los malvivientes fueron obtenidos de la propia familia en cada llamado, gracias a su ingenio y al nerviosismo propio de las víctimas, que daban por cierto la maniobra.
Anoche, los pesquisas estaban convencidos también que los llamados pudieron hacerse desde la provincia de San Juan. La clave para los investigadores estaba en dar con los teléfonos desde los cuales se intentó la extorsión.
