Pese a que el lugar está total mente ventilado, el olor a orín y a restos de vino descompuesto igual provoca ganas de vomitar. Se puede acceder a todas las habitaciones, aunque con el riesgo de pisar vidrios, alimentos podridos y hasta preservativos usados. Los vecinos dicen que tienen miedo de ser atacados por los vándalos que se juntan en ese lugar a "hacer de todo". Se trata del edificio donde funcionó el comedor infantil de Villa Hidráulica, en Desamparados. Cuando en el 2006 este asentamiento fue
erradicado, el lugar quedó totalmente abandonado y se transformó en aguantadero. Algunos vecinos dicen que está en terrenos de la escuela de Enología, pero las autoridades de esta institución lo desmintieron.

"Por las noches ya no podemos ni sentarnos en la vereda ni dormir
tranquilos. Tenemos miedo. Una vez le dije a los muchachones que se juntan a tomar y drogarse en ese lugar que no metieran tanto ruido, que mi esposa estaba enferma y necesitaba descansar. Nos apedrearon la casa. Son unos delincuentes"; así, con impotencia, don Francisco, uno de los vecinos más antiguos del barrio Fermín Rodríguez, comentó lo que sucede cada noche en el excomedor que está justo en frente de su casa, cruzando la calle. Dijo que el mismo está dentro de los campos de la Escuela de Enología, y que sus autoridades deberían encargarse de cerrarlo para que deje de ser un aguantadero. Oscar Oviedo, director de la escuela mencionada, aclaró que lo único que estaba en terrenos de la institución era el asentamiento. Y que este comedor se construyó en tierras lindantes que desconocen a quién pertenecen. Desde el municipio de Capital también dijeron desconocer quién era el propietario de estos terrenos, y que iban a averiguarlo. Dijeron que si pertenecen al gobierno departamental, seguro lo van a reciclar para darle un "buen uso". En una de las paredes de lo que
fue la sala principal, aún puede verse manitos pequeñitas estampadas en la pintura, obra de los niños del ex asentamiento que asistían al jardín maternal que también funcionaba allí. Arriba
de ellas, insultos o palabras obscenas escritas con aerosol. Eva, otra vecina del barrio Fermín Rodríguez, contó que muchas veces denunciaron estos hechos en la Policía. Pero que ni la intervención de esta fuerza sirvió para terminar con esta "cueva de delincuentes". La mujer dijo que como el lugar tiene muchas salidas, los vándalos siempre se pueden escapar, alertados por las luces de las patrullas.

Rosa, otra vecina, contó que "hasta algunas chicas" entran al
aguantadero. Un catálogo de perfumes, un esmalte y un pote de crema facial lo confirmaron.