Hace 11 años que Antonio Abarca tiene asistencia perfecta en la feria de artesanías que, año a año, se arma en la Plaza San Martín, a metros del famoso Festival de Cosquín. Es un atractivo más del evento que reúne a los grandes de la música argentina, especialmente el folclore. Y justamente allí, donde todo es arte, este albardonero que hace una veintena de años se dedica a construir autos y vehículos de todas las épocas y todos los portes, obtuvo su merecido premio. Antes había ganado otras distinciones. Pero esta vez se trajo a casa el premio mayor.

Es que sin lugar a dudas, sus autos, sulkys, mateos y carruajes de madera se destacan. Hay algunos en miniatura. No más de 15 centímetros. Pero otros, llegan a los 60 centímetros o más. De hecho, el Peugeot 1906 es de los más grandes que supo construir. Y está realizado en cinco maderas diferentes: laurel, cedro, guayubira, guaica y petiribí. Justamente ese es el motivo de su alegría por estos días. Fue elegido entre todos los objetos expuestos en la feria en cuestión como el 2¦ premio en la categoría juguetes artesanales modalidad Adquisición, lo que le da el pase libre para ser expuesto en diferentes museos nacionales. A cambio, su creador, recibió 10.000 pesos -mucho más que el valor del objeto que estaba pautado en $4.200- que aporta el Fondo Nacional de las Artes.

‘El premio no es algo menor para mí. Es un gran incentivo, especialmente porque este año la feria cumplió 50 años y se ha ganado el prestigio de ser una de las más importantes del país. Además el premio se elige en base a una evaluación de todos los trabajos presentados. Es un honor que uno de mis autos tenga como destino el Fondo Nacional de las Artes”, cuenta el hombre que no trabaja en soledad, sino que en su tarea cotidiana está ayudado por su esposa Bárbara Leiva y su hijo Leandro, quienes han aprendido mirándolo en sus rutinas.

Claro que este no es su primer premio. Si quizás el más importante que se suma a ocho primeros premios consecutivos por sus autos. Si en cambio, es el más importante porque implica la adquisición del objeto para los museos, según explica el artesano que no es novato en el rubro.

Pieza por pieza

Allá por el año 2000-2001, un colega, un amigo, el albardonero Pedro Becerra (NdR: que hace artesanías con semillas de todo tipo) lo presentó en sociedad a Abarca que hasta entonces había trabajado como empleado en una fábrica de bolsas plásticas y que luego de jubilarse por un problema del corazón, se dedicó a pleno a lo que hasta entonces llamaba su hobbie. Hacía un tiempo ya que había incursionado en el armado de las piezas y elementos que componen cada vehículo, engarzado y encolado hasta tener automóviles, camiones e inclusive trenes y avionetas. Así fue como se sumó a la Asociación de Artesanos de la Tierra del Sol que exponía en el Auditorio Juan Victoria.

‘Aprendí ha hacer esto solo, de la nada. Para pasar el tiempo y ocupar en algo la habilidad. Lo primero que hice fue un camión para mi hijo. Y después no paré mas”, recuerda sus inicios.

Para Abarca, la necesidad de tallar y convertir en vehículo un trozo de madera es repentina, la mayoría de las veces. Aunque reconoce que otras, surge al ver una foto o al observar detenidamente cada detalle de un auto o un camión estacionado en cualquier calle. Al menos así le ha pasado y en más de una oportunidad para lograr desde una réplica exacta de los míticos Ford A hasta aquel Chevrolet que usaba Domingo Faustino Sarmiento durante su presidencia. Son algunos de los ejemplos más logrados de su colección que tan solo llega a dos ferias nacionales: la de Cosquín que supo premiarlo hace unos días y la del Poncho en Catamarca, que se realiza en julio.

‘Un día hace 11 años ya, sonó el teléfono en mi casa. Era Carlos Leonardi, según me dijo. Después me enteré que era el coordinador de la Feria de Cosquín. Solamente me dijo: te estoy invitando a venir a la exposición. Y no lo dudé. Desde entonces mi vehículos de madera tienen asistencia perfecta”, asegura quien estos eventos son una gran vidriera.

‘Las artesanías son una oportunidad. Con ellas pude conocer el país. Estuve en muchas ferias. Inclusive en Tecnópolis’, dice feliz.