No hubo falla mecánica ni tampoco se durmió, José Antonio Gómez sufrió un ataque cardiovascular antes de que su camioneta se estrellara contra ese árbol ayer en la mañana, en Santa Lucía. Un primer informe de la autopsia reveló que su deceso no fue producto de los golpes y las heridas durante el impacto, sino que el reconocido comerciante, exjugador y exdirigente del hockey falleció por sus problemas de salud. Sus familiares comentaron que era hipertenso y se sometía a diálisis por dificultades renales.
Su salud le jugó ayer una mala pasada a José Antonio Gómez (62) minutos después de las 9.30 sobre la calle Roque Sáenz Peña a 150 metros al Este de Colón, en Santa Lucía. No había recorrido ni dos kilómetros de su casa cuando tuvo esa inesperada descompensación que terminó siendo fatal arriba de su camioneta Volkswagen Amarok, en momentos en que se dirigía a trabajar a su tradicional comedor llamado "Antonio Gómez e hijos’, famosos por sus paellas, en el "Súper"de calle General Acha.
"Por qué salió, si no tenía que salir’, decían sus familiares. Y es que Antonio Gómez no se había sentido bien el domingo, comentó un amigo, que agregó: "lo teníamos que llevar seguido a hacerse diálisis’. En la Policía dijeron que también padecía de hipertensión. Una fuente judicial afirmó que el forense Carlos Cantoni estableció que no fue una muerte traumática, o sea producto de las golpes, y dejó entrever que el deceso se produjo por un ataque cerebrovascular o un infarto antes de chocar.
Esto explica por qué Gómez ni siquiera frenó la camioneta y se estrelló contra esa mora tras cruzarse de carril y salir a la banquina. Cuando arribó un equipo médico, el comerciante ya estaba sin vida. Los policías de la Seccional 29na, al mando del subcomisario Domingo Sombra, constataron que no llevaba puesto el cinturón de seguridad y que sólo presentaba un corte y un hematoma en la frente. Los airbarg funcionaron. Lo más conmovedor fue ver llegar a Gonzalo Gómez, el segundo de los 4 hijos que tuvo Gómez con su exesposa, quien decía: "no, no’, entre llantos desgarradores, sin poder creer que la persona que yacía muerta dentro del vehículo era su padre. Al rato aparecieron sus otros hijos, Gastón y María Ximena, que fueron contenidos por su tío Miguel y otros parientes hasta que trasladaron el cadáver a la Morgue.
