Desde la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) se informó ayer que tienen evidencias de haber encontrado pruebas sobre la existencia de la partícula subatómica bosón de Higgs, conocida como la ‘partícula de Dios’ por su papel clave en el Big Bang, la explosión que generó el universo. El anuncio se produjo durante la Conferencia Internacional de Física de Altas Energías, en Melbourne (Australia). De todos modos, aclararon que se trata de conclusiones preliminares.
El bosón de Higgs es la partícula que da masa a las demás partículas. ‘La idea es que hay partículas que chocan permanentemente con bosones de Higgs. Estos choques frenan su movimiento, que se vuelve más lento, y le dan la apariencia de una masa a las partículas‘, explica el físico y filósofo Etienne Klein.
Es como un hombre que intenta pasar corriendo en medio de una multitud, que ‘frena su carrera‘ y le hace aminorar su velocidad. También compara al campo de Higgs (formado por muchos bosones de Higgs) con un pegamento en el cual se encontrarían relativamente adheridas las partículas, lo cual se percibiría como una masa.
El campo de Higgs sería una especie de continuo que se extiende por todo el espacio, formado por muy muchos bosones de Higgs. La masa de las partículas estaría causada por una ’fricción’ con el campo de Higgs, por lo que las partículas que tienen una fricción mayor con este campo tienen una masa mayor.
Los científicos explican que la masa no proviene de las partículas mismas, sino de la partícula de Higgs: el elemento que explicaría cómo la materia dispar producida por el Big Bang fue convertida en materia. Esa partícula sería el factor que mantiene junta a la materia.
El bosón de Higgs es una partícula subatómica clave en la formación de estrellas, planetas y eventualmente de vida, tras el Big Bang de hace 13.700 millones de años. Los científicos creen que en la primera billonésima de segundo tras el Big Bang, el universo era una gran sopa de partículas avanzando en distintas direcciones a la velocidad de la luz, sin ninguna masa apreciable.
Fue a través de su interacción con el campo de Higgs como ganaron masa y, con el tiempo, formaron el universo. Sin masa no habría átomos, con lo cual no existiría la materia como la conocemos, por lo que tampoco existiríamos nosotros mismos.
El campo de Higgs es un campo de energía teórico e invisible que invade todo el cosmos. Algunas partículas, como los fotones que componen la luz, no se ven afectadas por él y por lo tanto no tienen masa. A otras las cubre, produciendo un efecto similar al de los cereales reunidos en una cuchara.
En 1964, por deducción, el físico británico Peter Higgs (aún con vida) postuló que existía el bosón que debía dar su masa a otras partículas. Ese bosón hoy lleva su nombre. Como dice el teórico Brian Greene, “las fuerzas que todos ejercemos miles de veces al día para cambiar la velocidad de un objeto luchan contra la fricción del océano de Higgs”. Así funciona la masa, que determina la resistencia de un cuerpo a cambiar su estado de movimiento, la inercia. Su efecto lo notamos todos los días en el autobús: cuando arranca nos vamos hacia atrás. Cuanta más masa tengamos, mayor será esa resistencia.
La confirmación o refutación sobre la existencia del bosón de Higgs es uno de los objetivos del Gran Colisionador de Hadrones del CERN, que es el más poderoso acelerador de partículas del mundo. El colisionador hace chocar dos rayos de protones para simular los momentos inmediatamente posteriores al Big Bang. Para investigadores, el descubrimiento de ayer es el avance científico más importante de las últimas décadas.
Fuentes: Reuters, Efe y Télam
