En la reanudación de las audiencias en el marco del megajuicio por delitos de lesa humanidad cometidos en la provincia, un nuevo testigo volvió a identificar a Jorge Olivera como uno de los oficiales del RIM 22 que participaba en las sesiones de torturas a los detenidos.
Oscar Alfredo Acosta, que era un estudiante de Ingeniería y que hacía trabajo social en las villas, detenido el 1ro de febrero de 1976 junto a su esposa, Virginia Rodríguez, dijo que había escuchado la voz de Olivera cuando lo torturaron en la unidad militar. Y que después lo vio en el Penal de Chimbas cuando el militar retirado fue a hacer una visita a los detenidos en la cárcel, vestido con el uniforme de la Fuerza.
El testigo relató las duras sesiones de golpes, patadas y simulacros de fusilamiento que sufrió durante su detención primero en el RIM 22. Y como les aconsejaban que no tomaran agua después de someterlos a interrogatorios con la picana eléctrica.
Acosta recién pudo recuperar la libertad en 1982, luego de pasar por los penales de La Plata y de Rawson. Incluso pudo tener una hija con su esposa en cautiverio.
