Ese sabor a poco que lastima, que duele. Ese sabor a poco que es castigo. Así terminó el clásico contra Brasil para Argentina que siendo mucho más que su eterno rival y recuperando el nivel de juego que parecía perdido tras ese arranque en falso en estas Eliminatorias, se tuvo que conformar con un empate 1-1 que no graficó lo que realmente se vio en la cancha. Fue igualdad con olor a injusticia porque con todas las ausencias encima, Argentina mejoró en lo colectivo, recuperó individualidades y mostró otra actitud. Todo ese combo mereció terminar en victoria, la primera en este largo camino a Rusia 2018, pero Brasil acertó en una de las pocas que tuvo y con eso se llevó un punto que en Argentina duele. Sin Messi, ni Aguero, ni Tevez, el seleccionado argentino fue mucho más en el primer tiempo y si bien Brasil levantó algo en el complemento, se quedó con demasiado premio para lo que mostró a lo largo de los 90’.
Lejos de todas las especulaciones previas que hablaron de un mediocampo demasiado defensivo, con tres volantes centrales y poca generación, Argentina sorprendió con la presión sobre Brasil pero más aún con la fluidez con la que generó salidas profundas. Así, en los primeros 5 minutos de juego tuvo dos chances netas de gol que desperdició pero que dejaron en claro que este Argentina era otro. Además, el planteo de Brasil especulativo por momentos, no dejó margen para errores defensivos en el seleccionado de Martino y con eso se hizo dueño absoluto del primer tiempo. Era más y solo faltaba traducirlo en un gol. Y la ventaja llegó a los 33’ cuando Banega presionó, ganó en el medio y salió rápido para Di María, quien metió la pausa justa para clavar la pelota en cruzada a la espalda de Felipe Luiz y poner a Higuaín en asistidor para la entrada goleador de Lavezzi, que definió con justeza y precisión para abrir el marcador. Brasil intentó una tibia reacción y de pelota parada casi consigue empatarlo con un cabezazo de David Luiz. Pero era demasiado premio por lo mostrado en esos primeros 45’ entre los dos colosos de América.
En el complemento, esa injusticia que amagó concretarse en aquel cabezazo de David Luiz, se transformó en realidad cuando Brasil se encontró con el empate a los 13’ y de rebote a través de Lucas Lima. Fue demasiado castigo para Argentina que hasta ahí era más y mejor. Le costó reacomodarse a Argentina pero aún sin tener el mismo volumen de juego que antes, siguió siendo más que el rival. Tuvo una clara opción a la que Higuaín no llegó por milímetros. Martino apostó a los cambios. Mandó a Gaitán, Lamela y Dybala para intentar el triunfo pero no hubieron resultados. Después, se desdibujó un poco el juego pero Argentina insistió hasta el mismo instante final con todos los cambios posibles. Esta vez mejoró el juego, creció el trabajo colectivo pero no hubo esa fortuna mínima y necesaria como para sellar el clásico con una victoria que por momentos mereció largamente. El triunfo estaba al alcance de la mano pero no se dio.
