El 6 de junio de 1946, 70 años atrás, apenas transcurridos dos días desde que asumiese la Presidencia de la Nación, Juan Domingo Perón anunció el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y económicas entre la Argentina y la entonces Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Este hecho tuvo a dos sanjuaninos como protagonistas clave, como lo fueron Federico Cantoni y Leopoldo Bravo.

La relación bilateral había sido interrumpida por el ex presidente Juan Hipólito Yrigoyen poco después de la victoria de la Revolución Bolchevique liderada por Vladimir Ilich Ulianov (Lenin) en octubre de 1917.La decisión de Perón fue adoptada en el marco de la visita a la Argentina de una misión comercial soviética enviada por el primer ministro Iósif Vissariónovich Dzhugashvili (José Stalin) y liderada por Konstantin Shevelev.

La misión soviética arribó a Buenos Aires en abril de 1946 y el 15 de mayo concretó una trascendental entrevista personal con el propio Perón, quien se había consagrado presidente electo el 14 de febrero y se aprestaba a asumir, formalmente, el cargo el 4 de junio.Tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales, el 31 de agosto de 1946 llegó al país, procedente de Bélgica, donde había cumplido similares funciones, el embajador soviético Mikhail Sergeiev.

El entonces gobernador de San Juan, Federico Cantoni, fundador y líder de la Unión Cívica Radical Bloquista (UCRB), hoy Partido Bloquista (PB) viajó en abril de 1947 a Moscú como representante argentino ante la URSS, acompañado por Leopoldo Bravo, luego también embajador y gobernador de la provincia.

Las negociaciones comerciales argentino-soviéticas, que tanto preocupaban a los gobiernos de los Estados Unidos de América encabezado por el presidente Harry S. (curiosamente la letra era un nombre en sí, no una inicial) Truman y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte cuyo primer ministro era el laborista Clement Richard Attle, no tuvieron éxito en lo inmediato ya que se demoraron durante más de un año.

Según la diplomacia estadounidense, la URSS ofrecía a la Argentina productos industriales de la República Democrática de Alemania, como camiones y aviones, más un apoyo en los reclamos diplomáticos por la soberanía en las Islas Malvinas a cambio de que se le liberase el Atlántico Sur para la pesca.Pero, al parecer, hubo trabas para avanzar en la firma de un acuerdo que se debieron a la posición del canciller argentino Juan Atilio Bramuglia, uno de los tres socialistas que integraron el primer gabinete de Perón.En ese momento, Perón respaldó la posición del canciller Bramuglia.

Hubo numerosas idas y vueltas, que incluso hicieron que Cantoni regresase a la Argentina y que Leopoldo Bravo quedase al frente de la Embajada. Recién en 1952, luego de la Conferencia Económica celebrada en Moscú, en abril de ese año, los negocios tomaron una marcha más efectiva en circunstancias en que el gobierno de Perón llevaba adelante una política de ajuste implementada por el ministro de Economía, Alfredo Gómez Morales.

Las medidas de ajuste fueron anunciadas por el propio presidente Perón, mediante un duro discurso anticonsumista.Para entonces, el gobierno estadounidense que había golpeado la economía argentina, mediante el Plan Marshall implementado a partir del primero de enero de 1948 a través de la Asociación para la Cooperación Económica (ECA).Y la mayor preocupación estadounidense era que el abastecimiento soviético de aceites, caseína, cueros, y otros productos agropecuarios argentinos, trabaran el ingreso de sus mismas exportaciones a los mercados del área socialista en Europa Oriental.Así lo hizo notar el secretario de Estado, Dean Acheson.

En 1953, al asumir como presidente estadounidense el republicano Dwight David (Ike) Eisenhower y restablecer buenas relaciones con el gobierno de Perón, mediante una gira de su hermano Milton, el líder de EEUU optó por cerrar un acuerdo con los soviéticos que mantuviese a la Argentina en una situación de equilibrio en el marco de la Guerra Fría lo cual fue facilitado por una entrevista que mantuvo Leopoldo Bravo con el mismo Stalin.

El 7 de abril de 1953 el primer ministro soviético recibió a Bravo, siendo la primera vez en atender a un representante latinoamericano.En esa ocasión, Stalin aceptó virtualmente todos los requerimientos argentinos lo que mereció un gran aplauso por parte de la cancillería argentina y de inmediato partió a Moscú una misión comercial argentina y un mes más tarde otra visita soviética llegó a Buenos Aires.

El 5 de agosto de 1953, cinco meses después de la muerte de Stalin, se dió a conocer el acuerdo por el cual se convino que la Argentina iba a suministrar carne, lana, aceite de lino, cueros, tanino y otros productos agropecuarios a la URSS.La Unión Soviética éste vendería a la Argentina material ferroviario, carbón, petróleo y materias primas industriales necesarias para el nuevo proceso manufacturero argentino enmarcado en el Segundo Plan Quinquenal.El acuerdo favoreció mucho más a la Argentina que a la URSS aunque sólo las cifras se situaron en torno del 3% del comercio nacional que, de todos modos, representaba dos tercios de los intercambios soviéticos con el conjunto de América Latina.

El tratado argentino-soviético se amplió en mayo de 1955 cuando el gobierno de Perón estaba cercano a su fin.Por esto pasaron otras dos décadas hasta que con la vuelta del peronismo, en 1973 se profundizaron los negocios bilaterales de la mano del ministro argentino de Economía, José Ber Gelbard.Sin embargo, las relaciones bilaterales alcanzaron su máximo esplendor durante el llamado ?Proceso de Reorganización Nacional? cuando la URSS se convirtió en el principal socio comercial argentino a raíz del bloqueo comercial que le aplicaron Estados Unidos y sus aliados.