El lunes próximo se iniciará en Ginebra la 14ta Reunión de Estados Miembros de la Convención sobre la Prohibición de las Minas Antipersonales, una de las armas que más víctimas causan en la población civil, aún cuando las nuevas generaciones no estuvieron en la contienda. La erradicación de minas antipersonales, fue aceptada por todos los países del mundo, con excepción de Birmania, Corea del Norte y Siria, que no forman parte de la convención y mantienen los letales explosivos en sus ejércitos.

La eliminación de las minas terrestres fue promovida por la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas, organismo no gubernamental ganador del Premio Nobel de la Paz 1997. Desde entonces y mediante la supervisión de las Naciones Unidas, la erradicación de los explosivos fueron políticas activas desarrolladas por todas las naciones involucradas en conflictos armados, con el compromiso de limpiar los terrenos, como lo manifestó oportunamente la Argentina para desminar áreas de las islas Malvinas.

El problema es que el acuerdo mundial contra el uso de minas -similar a la prohibición de las armas químicas- ha sufrido un retroceso según el informe que será presentado en la citada reunión, debido al recrudecimiento de los embates de grupos armados insurgentes, rebeldes o terroristas que han continuado haciendo uso de estos explosivos en Afganistán, Colombia, Libia, Myanmar (Birmania), Pakistán, Siria y Yemen, en tanto que Irak, Túnez y Ucrania aparecen como los países donde estas armas fueron utilizadas nuevamente o por primera vez el año pasado, con lo que la situación de los peligrosos explosivos ha vuelto a los registros de 2006.