A la primera mirada, cuesta reconocer la vieja olla de hierro, ahora arenada y pintada, en la moderna lámpara en que se convirtió. Pero al recorrer el taller de Manuel Alberto Rivera (57), uno se puede topar con objetos del pasado inimaginables que ahora tienen nuevo uso: la antigua máquina de metal de pulverizar las plantas, la moledora de maíz o las otrora infaltables lámparas a kerosene Rayosol o Petromax, todas transformadas ahora en veladores.
‘‘Yo reciclo lo que la gente tira’’, dice Rivera, quien le compra los objetos viejos a los carreteleros que los recogen de las calles sanjuaninas y ahora tiene un negocio que ya compite mano a mano con su antigua profesión de ‘‘plastiquero’, para vivir. Es que toda su vida este albardonero que vive en Rivadavia se ganó la vida reparando los plásticos de los paragolpes de los autos, embarcaciones o piletas, práctica que combinaba con la de coleccionista de objetos antiguos que guarda en su taller. Pero hace 10 años un amigo le dio una idea que terminó provocando un vuelco en el negocio: ‘’Ricardo, mi amigo, me dijo por qué no hacía algo más con esos objetos, y ahí empecé a transformarlos y venderlos, primero a las amistades y después empecé a participar en ferias. Suele estar en la feria de las artesanías, en la de Rawson y en la de Las dos Puntas de Rivadavia. ‘‘Ahora tengo mi página en internet y entrego folletos con fotos de las cosas que hago para captar clientes’’, cuenta el artesano. El primer objeto que armó es un posabotella hecho sobre una base de madera con una espuela chilena que muestra con orgullo. ‘‘Ese lo conservo, no se vende’’, advierte. Hace 8 años empezó a vender, y ahora por la demanda se pasa gran parte de la jornada reciclando las piezas antiguas.
En su casa-taller se pueden encontrar espejos hechos con marcos antiguos, planchas a carbón transformadas en luminarias y yuguillos de los aperos de los caballos, ruedas de sulkys o llantas de madera de autos viejos devenidas en curiosas y valiosas arañas campestres. ‘‘También hago percheros, posabotellas y mesas ratonas, objetos pequeños en general’’, contó, y agregó que sus principales clientes son hombres.
