Las alas de los tres aviones parecían rozarse mientras giraban para quedar con las ruedas para arriba. Al mismo tiempo, mientras que la ciudad se veía como una colorida postal dibujada, las estelas del humo blanco se mezclaban con las pocas nubes que había el cielo. Así, mientras que el resto del público vio el espectáculo aéreo desde el suelo pocitano, DIARIO DE CUYO presenció el show desde arriba por primera vez y gracias a una invitación del Aeroclub Pocito.
Esto se vivió ayer en la I Feria Aeronáutica de San Juan, que se extenderá hoy de 10 a 20 y en la que además hay paracaidismo y aeromodelismo.
El ruido de los motores hizo que los pelos se pusieran de puntas y que un nudo se formara en la boca del estómago. El vibrar del avión fue la señal, junto al viento que se colaba por la puerta, de que la aventura de ver las acrobacias desde arriba se acercaba. Ahí, Antonio, el piloto del Aeroclub de Pocito enfiló tras las tres pequeñas naves de la Agrupación Hangar del Cielo, para que la emoción comenzara a florecer.
El vértigo de verlos desde cerca se contagió hasta en el experimentado aviador sanjuanino. Es que la velocidad de cada movimiento metió miedo hasta al más valiente de los pilotos. Sin embargo, el rostro de Cesar, el capitán de Hangar del Cielo, que estaba más cerca de la nave en la que viajó DIARIO DE CUYO, mostró una tranquilidad envidiable.
Mientras que las miradas y los gestos entre los tres pilotos fueron el indicio para separase ante un giro peligroso, el brusco movimiento hizo que fuera obligatorio contener la respiración. Sobre todo, al ver la cercanía con la que las naves hacían sus acrobacias. Lo mismo sucedió al ver la precisión de los tres aviones que parecían no inmutarse ante tanto riesgo.
Lo que desde la lejanía podía parecer una tarea no tan difícil, a pocos metros se vio como irrealizable. Es por esto que el show fue incomparable, y más aún a 3.000 pies de altura (aproximadamente mil metros). Y mientras tanto, la sensación de observar de cerca los dibujos que dejaban los aviones no se podía definir, las naves demostraron que podían bailar al compás de la música como en el Teatro Colón.
Con una orquesta sinfónica de fondo (que escuchaban los pilotos y el público que estaba en tierra firme), montaron la obra, que desde arriba pareció una verdadera locura. Y agregándole más riesgo a la aventura, verlos descender en picada para saludar al público con vuelos rasantes, hizo que los nervios llegaran al punto máximo. El show duró 15 minutos y se repitió cada 1 hora y media. Hoy se llevará a cabo de la misma manera.
