Uno entró mirando como para estudiar el terreno y se marchó. El guardia lo vio y sospechó. A los minutos, sucedió lo que nadie esperaba en la noche del lunes dentro de ese supermercado de Rivadavia. Tres ladrones irrumpieron en el salón y encañonaron a los que se les cruzaban por delante. El atraco duró apenas un minuto, lo suficiente para manotear el dinero de las tres cajas registradoras. El botín fue de alrededor de 2.500 pesos y, como en las películas de los cowboys, los delincuentes escaparon montados en moto y a los tiros por medio de la calle.
Al vigilador Juan Carlos Mercado, un ex guardiacárcel, le llamó la atención la presencia de un joven con el casco en la mano. Es que entró y empezó a mirar todo el salón. Eran las 21:40 del lunes. En el supermercado Super K, de la esquina de Pedro Echagüe y Comandante Cabot, frente a Villa San Francisco, no habían más de 3 clientes, algo de 5 empleados y la dueña. Ya estaban por cerrar.
"Ese muchacho dio una vuelta y salió de nuevo a la calle. Me pareció más o menos sospechoso, pero yo me quedé tranquilo porque se fue", relató Mercado.
No pasaron 5 minutos que, cuando el vigilador estaba dentro del baño, uno de los vendedores corrió a gritarle: "¡nos están robando!". Mercado salió presuroso al salón de ventas. Lo primero con que se topó fue con un delincuente que llevaba puesto un casco, quien se le paró de frente entre las estanterías y lo apuntó con un revólver. El vigilador se cubrió, mientras empujó a una clienta -embarazada ella- para que corriera al fondo.
"Todo duró menos de un minuto. Los ladrones se quedaron en la entrada, en la parte de las cajas registradoras", describió. Ahí encañonaron a la dueña, de apellido Moreno, y a las tres cajeras, según la policía. Las obligaron a abrir las cajas registradoras y sacaron todo el dinero que estaba a la vista. Fueron 2.500 pesos. No tenían más plata porque un rato antes habían pagado a unos proveedores, dijo un jefe policial.
Tomado el dinero, los ladrones ganaron la calle y largaron al menos dos tiros al aire, como para meter miedo. Lo único que vieron las víctimas fue una moto que huía raudamente.
