San Juan.- Desafiante y sin poder contener sus impulsos. Así se mostró esta mañana Claudio Gil, en la Sala III de la Cámara Penal, minutos antes de ser sentenciado a prisión perpetua por el crimen de Luis Espínola (85).

El momento de mayor tensión se vivió mientras el fiscal exponía los alegados. Eduardo Mallea hablaba de los antecedentes del acusado, haciendo hincapié en el momento en que Gil quemó a su madre con agua hirviendo. ‘Callate payaso, qué estás hablando si no sabés cómo fue eso. Qué tenés en la cabeza’, le dijo y agregó ‘te hace falta un examen psicológico’.

Lucidez, ausencia de alucinaciones, síndrome de narcisismo maligno, goce sadomasoquista, trastorno antisocial y psicopático, alta impulsividad y paso rápido a la acción, siempre violenta. Ningún sentimiento de culpa, emociones primitivas. Un combo completo que mete miedo, sirvió para que el tribunal decidiera condenarlo a prisión perpetua por homicidio doblemente agravado por reincidencia y odio a la orientación sexual.