Contradictoriamente, tras la crecida, lo que más perjudicó a los astiqueños fue la falta de agua. Pasó una semana desde que la lluvia desbordó el Río Astica, que bajó con fuerza e inundó 10 viviendas. De a poco, con la ayuda del Sol, las casas se van secando y los pobladores intentan volver a la normalidad al recuperar los servicios perdidos, por ejemplo, la electricidad. Además, el río destrozó la cañería de agua potable y la gente de la zona pasó la semana tomando agua que sacaba de tanques que llenaba la Municipalidad. Como consecuencia, según los pobladores, la escuela estuvo cerrada y se perdió 5 días de clases. Mientras tanto, el intendente de Valle Fértil, Francisco Elizondo, dijo que creía que el servicio de agua estaba reestablecido en toda la localidad, desde el lunes pasado (ver entrevista).
Un remolino de arena suelta alrededor de un pozo, a la orilla de la ruta 510, anuncia ahora la llegada a Astica. Detrás de él, se ve las ventanas de las casas abiertas de par en par y algunas camas a la intemperie. Adentro, el olor a humedad penetrante revuela entre las cajas con ropa que ya no sirve. Y aún hay una familia autoevacuada y otra que pasa la noche en el SUM de la zona, por decisión del personal de Acción Social municipal.
Sumado a eso, hasta el viernes pasado por la mañana, las familias de la zona aún sacaban agua de tanques o fuentones colocados frente a sus casas. ‘Usamos el agua para lavar, para que tomen los chicos compramos agua mineral‘, contó Ivana Garay, quien no vive en el lecho del río, sino del otro lado de la ruta unos metros hacia el Noroeste, pero también se quedó sin agua después de la crecida. Situación que, según los vecinos, cambió el viernes pasado, después del mediodía.
‘Hemos estado aburridos y jugando todo el día. No tuvimos clases esta semana‘, contó al respecto Melisa Molina, de 11 años. Ella y 5 de sus hermanitos van a comer a su casa, ubicada en la bajada del Río Astica pero, por miedo, pasan la noche en el Salón de Usos Múltiples, junto a su mamá. Su papá, Pedro, contó que ‘tengo 10 hijos y desde Acción Social de la Municipalidad nos prestan el SUM para que duerman los más chiquitos, hasta llevamos sus camas allá. Tenemos miedo de que haya otra crecida y no tengamos tiempo de sacarlos a todos‘. Mientras que los más grandes duermen en la casa, pero afuera, para correr rápido si es necesario.
Aurelio Agüero y su esposa también duermen a la intemperie, pero porque son mayores y sus pulmones no soportan la humedad que quedó en la habitación. ‘La casa se va secando de a poco. Pero no podemos dormir sobre el lodo que quedó en el piso de tierra de la pieza. Por eso, sacamos el colchón y dormimos afuera‘, contó el hombre.
