Dos balazos en la nuca y otro más en el pómulo derecho, rebotaron en los huesos de la cabeza y no pusieron en riesgo su vida. Sin embargo, un cuarto disparo penetró debajo del mentón, atravesó la lengua y dañó el cerebro, con un resultado trágico para Pedro Lozano (53 años, socio en una carpintería y dueño de algunos departamentos). La principal hipótesis de los pesquisas, anoche, era que recibió esos cuatro tiros con un revólver calibre 22 dentro de su propia casa en Capital, porque quizá se resistió a un ataque de ladrones que fueron a robarle, dijeron fuentes de la investigación.
La certeza de los 4 impactos y la idea de que se defendió surgieron del informe de la autopsia realizada por la médica forense María Vázquez, quien detectó lesiones que podrían interpretarse como defensivas en la víctima: hematomas en su rostro y en su antebrazo derecho, precisaron las fuentes.
Lozano estaba solo cuando lo atacaron en su casa de Telésfora Sánchez de Benavidez al 1.165 Este, en Concepción, Capital. Su esposa Lucía y la menor de sus cuatro hijos, una nena de 7 años, estaban desde el viernes en Córdoba (allí vive otro hijo que estudia medicina) y la otra hija que vive con ellos, Elisa (23, estudiante) estaba en la casa de sus suegros.
La investigación de los policías de la Seccional Segunda y la Brigada de Investigaciones (sobre todo Homicidios), permitió reconstruir que el ataque ocurrió entre las 00.30 (a esa hora lo vio un vecino afuera, fumando) y la 1.30, cuando Elisa llegó, encontró las puertas de rejas y la del ingreso a la casa sin llave. Y lo peor, a su papá ensangrentado, tendido boca arriba delante de uno de los dos autos que había en el garaje, un VW Polo, y cerca de un aparador, precisaron.
Justamente ese mueble era el único desordenado en toda la vivienda. Por eso en principio, la Policía supuso que el ataque tuvo un móvil distinto al robo, pues las puertas no habían sido violentadas (presumían que el atacante fue un conocido) y porque al revisar la casa hallaron cosas de valor, como aparatos, dólares, euros y una suma en pesos. Y hasta una escopeta y un revolver calibre 22, informaron.
Pero cuando llegó Lucía desde Córdoba, les dijo que su marido guardaba unos 6.000 pesos en el doble fondo de un cajón del aparador (el mueble desordenado) y la idea del robo volvió a instalarse. “Quizá entregó ese dinero, se resistió, lo balearon y huyeron sin revisar nada más”, especuló un investigador.
Según vecinos, media hora tardó la ambulancia que llevó a Lozano al hospital. Allí murió a las 7.55, según la Policía. Ayer, las pericias del caso fueron dirigidas en el lugar por el juez de Instrucción José Atenágoras Vega, su secretaria Gladys Capdevila y la fiscal María Teresa Ravetti.
