Ernesto Sábato fue distinguido ayer con la medalla José Hernández a la trayectoria, en el marco de su cumpleaños Nro. 99. Casi ciego y poco consciente de la realidad, el Premio Cervantes 1984 no asistió a su tributo; fue su hijo Mario quien recibió el premio -entregado por el gobernador Daniel Scioli en la Casa de la Provincia- y este domingo proyectará el documental que filmó sobre su padre.
Su último libro fue España en los diarios de mi vejez (2004). Hoy, recluido en su casa de Santos Lugares hace 4 años, el candidato al Nobel de Literatura de 2007 está al cuidado de enfermeras y apenas habla; ocasionalmente rompe el silencio. "Cuando tiene momentos en que aterriza y se percata de su situación se entristece…", resume su hijo, quien admite que el aislamiento agravó el "temperamento catastrófico" del autor de origen calabrés que, en 1984, se hizo cargo de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas que redactó el informe Nunca más. Retirado, el hombre que dejó las ciencias en los "40 para volcarse a las letras, ya no añora la literatura ni la pintura.
El ilustre creador nacido el 24 de junio de 1911, "no está bien, está más ido que quedado", comenta su primogénito, autor de una película estrenada en marzo pasado que refleja un Sábato íntimo cuyo protagonista sólo vio 20 minutos porque su familia no quiso cargarlo de emociones.
