Los carnavales están entre los mejores recuerdos que guarda de este San Juan que dejó siendo un muchachito con sueños de fama. Temas como Cuidado la bomba Chita -que popularizó Ricki Maravilla-, Muchacha sola -que canta La Base- o Una rosa lo sabe -hit de La Barra-, además de sus propios shows, lo mantienen en el ruedo. Con trabajo y sin estridencias, El Principito -como también se lo conoce- logró hacerse un lugar, paladeó el éxito que le depararon los ’80 y surfea el paso de los años. A punto de sacar tres discos -"Idolos", con temas varios que le gustaban "de pibe"; "Yo soy La Mona" con temas propios; y uno de folclore- este sanjuanino que se reparte entre Río de Janeiro (donde tiene casa y a su hija Veronika) y Buenos Aires, volvió esta semana a la provincia (donde cantó por última vez en 2005, en una movida liderada por la Tota Santillán) para visitar a sus hermanos (uno de ellos el padre de la tenista Natacha Marcucci, tal es el apellido de Badi, también aficionado a este deporte). De paso, charló con DIARIO DE CUYO.
– ¿Qué es de la vida de Badi? ¿Dedicado a componer?
– A todo. Lo que pasa es que cuando el país tuvo ese bajón yo paré un poco y me dediqué al CD de folclore que me llevó casi 10 años, porque es un rubro que hay que respetar. Además participan figuras como Zamba Quipildor, Cuti Carabajal, Carlos Sánchez de los Tucu Tucu…
– ¿Por qué folclore?
– Me quería dar esa satisfacción. Mi primer conjunto aquí fue Los Bandeños, con dos chicos de cuarto grado del colegio, frente a la plaza de Trinidad. Después ya me fui a Buenos Aires…
– Igual quedaste enganchado con San Juan…
– ¡Y claro! Porque también recuerdo que tocaba la guitarra en un grupo tropical, Los alegres cubanitos. También hice mis primeros pasos con Ricardo Gregoire… Y con Diario de Cuyo, Radio Colón y Rony Vargas, hicimos esos carnavales infantiles que fueron furor. Además acá, en un carnaval del Club Los Andes, conocí a Eduardo Franco y Los Iracundos. Le ofrecí un tema, Fiesta popular. Lo grabaron, fue un éxito y me abrió puertas…
– Y así empezó todo…
– Y sí, porque una de esas veces Los Moros me vieron actuar y me llevaron a Sony Music. De ahí me convocaron los Katunga, para grabar en RCA Víctor, donde hice La Mamadera y Romance nacional, y explotó todo. Fue en los ’80, hice los grandes programas de la TV, Grandes Valores, Finalísima, Sábados de la bondad, estuve con Xuxa, con Tinelli cerré Ritmo de la Noche, en Telefé, con más de 45 puntos de rating…
– Hoy sos parte de los históricos…
– Ricky, Alcides, Pocho, la Gladys… Pensar que antes nos querían pegar y ahora me dicen ¡maestro!, ¡monstruo! (risas). Lo que pasa es que además fui animador en Fantástico TV, un boom enorme, y después nos contrató Canal 7 para Tropicalísima, de donde salieron Sombras, Comanche, Rodrigo…
– Con Rodrigo tuviste una relación especial…
– El padre era productor mío y con la agencia que yo tenía con Gonzalo lo llevamos a Buenos Aires, cuando tenía 17 años, para grabar. Ahora estoy escribiendo un libro "El príncipe de la siesta (Las aventuras de Rodrigo)", inspirado en él. Además le hice tres canciones, una es Alarma, que compusimos juntos para Lo mejor del amor, su CD más vendido. Yo le decía "¿Cómo vas a hacer 18 shows por fin de semana?". Era una locura, pero bueno… son jóvenes, exitosos, hay muchas mujeres…
– Un cóctel bravo…
– ¡Imaginate! En Buenos Aires Rodrigo se quedaba en mi casa y en la puerta había como 100 pibas…
– Y a río revuelto…
– ¡Yo aprovechaba!. Le decía "Dejame las más viejitas a mí" (risas).
– Te moviste mucho en la bailanta, lo tropical ¿te sentís de ese palo?
– Yo me fui de acá queriendo ser Sandro, Palito Ortega… Lo que pasa es que la canción que explota con Ricky y donde nace la bailanta es "Cuidado la bomba Chita" y me metieron en el paquete (risas). Pero yo no me encasillé.
– Vos querías ser artista…
– Cuando era chico iba mucho al cine, al Gran Rex, al Renacimiento… en el espejo era Tarzán, Gary Cooper (risas). Con ese sueño me fui a Buenos Aires, pero allá no hay sueños, así que vendí diarios, serví café… Hasta que junté plata, me compré un buen traje, una buena guitarra y me fui a Chile a cantar. Hice mi primer simple allá. De a poquito me di cuenta que las chicas me esperaban en las radios (risas…). Después me fui a Brasil como aventurero, volví a trabajar a Buenos Aires y se fue dando todo…
– ¿Pudiste conocer a Sandro y a Palito?
– ¡Sí, grandes personas!. Palito me ayudó mucho en los ’70. Yo traía guitarras de Brasil y él me compraba, sólo para ayudarme.
– Al final, alcanzaste tu sueño…
– No soy Sandro, ni Palito ni Julio Iglesias, pero estoy bien. No llegué muy alto, pero no sé si es malo, porque también se paga muy caro un éxito así. Me hubiera gustado ser un gran músico, sí, pero tengo trabajo, me aprecian, puedo salir a la calle y lo disfruto.
– Y si mirás para atrás ¿qué ves?
– No, yo sólo miro para adelante.
