A lo largo de la historia de nuestra provincia no han cesado los distintos tipos de presiones ejercidos por provincias vecinas como Mendoza, San Luis o La Rioja. Desde los primeros tiempos de la organización nacional hasta la fecha se han suscitado diversos conflictos con estos Estados provinciales que han ido marcando la rivalidad que actualmente existe entre ellos y que abarca desde diferencias económicas, culturales, turísticas, limítrofes y hasta históricas.
En el aspecto histórico hay un hecho en el que la intervención mendocina y puntana derivaron en uno de los asesinatos más crueles de la historia del país, se trata de la batalla de La Rinconada, que tuvo lugar en enero de 1861 y que es conocida como la segunda batalla en ese lugar, ya que en septiembre de 1825, hubo un primer enfrentamiento entre tropas sanjuaninas y mendocinas, en Pocito, que buscaban restituir al gobernador Salvador María del Carril destituido por la sanción de la Carta de Mayo, por una conspiración religioso-militar.
En el caso de la segunda batalla y objeto de nuestro análisis, el principal protagonista fue el gobernador Antonino Aberastain, quien fue brutalmente asesinado al intentar ejercer la defensa de la provincia en momentos en que era disputada entre unitarios y federales.
Las presiones políticas-militares que se habían generado en Buenos Aires se ejecutaron con tropas y comandantes de provincias vecinas como Mendoza y San Luis, dando lugar a un cruel enfrentamiento entre quienes deberían considerarse hermanos, pero que por diferentes intereses se debieron enfrentar en uno de los hechos de sangre más tristes de nuestra historia.
A comienzo de 1861, las provincias de nuestro país afrontaban una guerra civil a consecuencia de la disputa que sostenían las fuerzas unitarias y las federales, que deseaban imponerse a nivel nacional. El 11 de enero de ese año, desde el Poder Ejecutivo Nacional, a cargo de Santiago Derqui, se dispuso una invasión a la provincia de San Juan que en esos momentos era gobernada por Antonino Aberastain. Este destacado sanjuanino, de profesión abogado e íntimo amigo de Domingo Faustino Sarmiento, tuvo una activa participación política y ocupó distintos cargos antes de ser designado Gobernador y declarar que la intervención federal era considerada como una agresión externa a la provincia.
Como por entonces las provincias tenían la facultad de tener sus propias Fuerzas Armadas, desde la Presidencia de la Nación se ordenó la intervención de San Juan y se dispuso que Juan Saá, con tropas mayoritariamente mendocinas se trasladara hasta el límite entre San Luis y San Juan. Este político y militar puntano, hermano de Francisco y Felipe Saá, apoyaron la revolución de San Luis de noviembre de 1840 hasta ser derrotados en Quebracho Herrado, a fines de ese año motivando que escaparan hasta las tolderías de los indios ranqueles, donde Juan se casó con la hija del cacique. Pero en 1846, los hermanos Saá volvieron a San Luis donde 1848 Juan fue puesto al mando de las tropas de frontera de San Luis. En esa condición recibió la orden del Ejecutivo Nacional de invadir San Juan para enfrentarse a las fuerzas sanjuaninas en La Rinconada, de Pocito.
Según los relatos, la batalla en sí tuvo una mediana duración ya que las fuerzas locales no alcanzaron a ejercer oposición suficiente de las provenientes de Mendoza. Como consecuencia Antonino Aberastain, que en su carácter de gobernador encabezaba las tropas sanjuaninas, fue apresado quedando bajo la custodia de Francisco Clavero, quien le aplicó un brutal maltrato físico, primero sometiéndolo a caminar junto a otros integrantes de sus fuerzas, descalzos por las piedras, y luego encerrándolos en un refugio carente de todo tipo de comodidad.
El temor de Clavero a que Aberastain y sus seguidores se escaparan e iniciaran una rebelión lo llevó a tomar la decisión de fusilarlo en un predio ubicado en donde actualmente se cruzan las calles 10 y Mendoza, en el departamento Pocito.
Algunos historiadores como el profesor Edmundo Jorge Delgado, coinciden en describir que las tropas mendocinas no tuvieron ninguna piedad con los detenidos sometiéndolos a un trato inhumano y propiciándoles todo tipo de castigo. No conformes con ello Clavero ordenó el fusilamiento del líder sanjuanino sin ninguna necesidad ya que podría haber quedado detenido o trasladado a Buenos Aires, teniendo en cuenta su investidura y lo que representaba para el país.
La muerte de Aberastain bajo estas duras circunstancias tuvo una gran repercusión a nivel nacional y en la conocida Batalla de Pavón (provincia de Santa Fe), en septiembre de 1861, considerado el hito fundamental de la unificación del país, después de la guerra civil que dividió a la Argentina durante el siglo XIX, y la eliminación de la Confederación Argentina.
