El Papa Benedicto XVI compartió ayer una comida con pobres, ancianos y personas sin hogar durante una visita a un comedor de beneficencia, que estuvo marcada por un aumento en la seguridad después de que una mujer lo derribó durante la Misa del Gallo, en vísperas de Navidad.
El pontífice pasó varias horas en el comedor administrado por la comunidad de Sant’ Egidio, un grupo católico laico que ha sido nominado varias veces para el Premio Nobel de la Paz.
Benedicto XVI, quien se veía en buenas condiciones, comió junto a 150 personas y se sentó junto a Qorbanali Esmaili, musulmán afgano de 34 años, que ha permanecido en Italia con estatus de refugiado durante la última década. Otras de las personas que se sentaron a la mesa con el máximo líder de la Iglesia Católica fueron una viuda italiana de 90 años, un gitano de 24 años, una mujer somalí de 62 años y un nigeriano de 35 años.
Cuando el Papa deja el Vaticano, gran parte de la seguridad es provista por la policía italiana, a la que se le suma la guardia del Vaticano. Pero parecía que el personal de seguridad había sido incrementado, luego de que el jueves una mujer agarró al Papa y lo tiró al suelo, hecho que pone en vergüenza a la seguridad vaticana.
