Dojorti construyó un puente sin imaginar la gigantesca simiente cultural que edificaba desde el día de su partida, con su pensamiento peculiar sobre la vida y las cosas en la "Hondonada de piedra”, expresión que define al Huaco de sus entrañas, la del Vallecito. Don Buena, el único apócope de su hacedora existencia, se erigió en cautivante enlazador de corcheas y grafías danzadas al viento para entonar la canción, emblema pertinaz de su mensaje cotidiano. Aprehendió con sutileza que da el andar, la misión de integrar generosamente a su pueblo apostado en "río de las arboledas”, su terruño grande, jachallero todo, para representarle en el horizonte emergente de otros parajes donde en surcos también se fue labrando la vida.
El Jachall que fuera del valle de Angacao, hundió el arado fundante de su geografía norteña y buscó la cobija "sombra del fuerte abuelo que ya se fue” para prodigarse en él hacia el espacio universal. Exquisito norteño, señaló caminos desde su impronta anhelante, atiborrada de su tiempo para depositarse en generaciones postreras reconciliada en valores, costumbres y creencias que la comunidad hereda por las distintas formas de transmisión mantenidas en parámetros del pasado impregnados de tradición que abrazaron nuevas generaciones.
Los cambios sociales tienen la propiedad de alterar el conjunto de elementos que forman parte de la tradición. Esto ocurre porque esencialmente se ha confundido en gran medida lo tradicional por la absurda pretensión de hacerle coincidir como sinónimo de folclore y de cultura. Nuestro país ha encasillado el Día de la Tradición en el marco de una fiesta gauchesca y folclórica. La singular costumbre de la sinonimia que se da a las expresiones tradición y folclore a lo largo del país, no ha tenido el mismo concepto ni deformación en la tierra de Don Buena que ha hecho gala protectora del reservorio cultural de la tradición al que ha adherido el folclore.
La Cuesta de Huaco, con su anfiteatro natural Buenaventura Luna, epicentro tronador del Fogón de los Arrieros, se ha sostenido con sus vivencias propias justificando que en la inscripción "donación o legado”, conjugó en costumbres, ritos y usanzas el perfil cultural transmitido de padres a hijos por ese sendero unívoco de sucesos, fiel testimonio que dio forma a la voz latina "tradición”.
Nuestra Fiesta de la Tradición, rutilante en el fuego sagrado del romancero del amor como le bautizó Atahualpa, mantuvo pleno su sentir huaqueño para que no extravíe sus esencias… Simplemente, para que siga siendo Jáchal patrona de la tradición.
